Molestia en Barcelona, niebla en Pekín, discusión en París

Primera hora de la mañana. La puerta se cierra dejando atrás la comodidad de la cama. Un abnegado corredor pasa con las mallas bien apretadas y una mascarilla de filtro como bozal. Uno-dos, uno-dos. Siguiendo tópicos cinematográficos, uno cierra los ojos y aspira fuertemente por los orificios nasales esperando llenarse del vigorizante aire fresco. Pero no. Barcelona nos corresponde con una atmósfera cargada del dulce aroma de los tubos de escape. 

Preocupado por el futuro de mis pulmones busco los contaminantes que hacen parecer el aire de mi barrio una sopa turbia. Encuentro las lecturas globales de Gràcia del 2014: Arsénico 1.0 ng/m³ , Benceno 2.6 µg/m³ , Cadmio 0.4 ng/m³, Dióxido de Nitrógeno 52 µg/m³, Dióxido de Azufre 2 µg/m³, Monóxido de Carbono 0.5 mg/m³ , Níquel 3.8 ng/m³, Ozono troposférico 42 µg/m³, Partículas en suspensión 26 µg/m³, Plomo 11.2 ng/m³. Menuda receta! Si incluso se superó el máximo legal de concentración en Dióxido de Nitrógeno.

Lejos de aquí Pekín ha desaparecido debajo una nube espesa. Lo llaman 'Alerta Roja'. No es otro capítulo de 'Jungla de Cristal', es una concentración de gases tóxicos que han paralizado el transporte y la industria de la ciudad. Los grandes rascacielos, orgullo del gigante asiático, se difuminan en este aire espeso, sucio. Se cancelan todas las actividades al aire libre. Parece que algunos aún lo tienen peor para el deporte matutino. 

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Paralelamente en la Cumbre del Clima en París se discute la viabilidad de un acuerdo para reducir los efectos del cambio climático. Los que tienen poco petróleo, proyectando grandes cambios. Los representantes de Arabia Saudí, de brazos cruzados. Ali al-Naimi, su ministro de Petróleo, se ha resignado a admitir que la economía global se está "alejando de los combustibles fósiles y que entre el 2040 y el 2050 seguramente funcionará con otras fuentes". Uno se pregunta si cabe esperar alguna cosa de esta reunión. ¿Es solo imagen? ¿Es otro protocolo de Kyoto? Al fin y al cabo los combustibles fósiles siguen siendo un negocio que rinde para todos, la sangre del sistema.