Al contrataque

La verdad inconfesada

ERNEST FOLCH

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Sí, ha habido finalmente un choque de trenes, pero curiosamente ha sido entre dos trenes catalanes. Asistimos estos días en riguroso directo a una colisión típicamente nuestra, que se ha ido repitiendo cíclicamente a lo largo de la historia y que se reactivó con esta crisis devastadora, en la que se volvió a ahondar en las viejas heridas. Y curiosamente, la gran colisión no ha sido por la vía nacional, sino en propia puerta por la vía social, este eje izquierda-derecha que algunos proclamaban muerto. Por eso estos días es importante separar el grano de la paja: esta discusión infantil Artur Mas  / Artur Mas no es una elipsis de la auténtica cuestión de fondo, que es quién se quedará la hegemonía del poder en Catalunya, si la derecha que se hunde o la izquierda que surge pero aún está demasiado fragmentada.

El 27-S supuso una victoria parcial del independentismo, a pesar de que perdió el plebiscito, pero significó una derrota de los que querían este proceso sin ideología. El artefacto posideológico de JxSí no logró por sí solo sumar, y al necesitar los votos sociales de la CUP se ha entrado en una fase de contradicción insalvable. Por eso estos días no hay ni una sola declaración sincera: nunca fue tan irrelevante lo que se dice, puesto que nadie explica ya las verdaderas razones de por qué se hace lo que se hace. Esta es hoy la verdad inconfesada: tanto la CUP como CDC se proclaman a favor de la independencia, pero en realidad ninguna de las dos la tiene como su primer e indiscutible objetivo. La prioridad de la CUP es su revolución social, con la que quiere barrer a Mas, al partido que representa y a toda la derecha de golpe, aunque no lo confiese explícitamente. La prioridad de lo que queda de CDC es Mas, como reconoce él mismo cuando dice que «el objetivo del procés es que no sobre nadie», que traducido quiere decir que el objetivo de salvarse él mismo es, curiosamente, superior al objetivo final de la independencia, aunque no lo confiese explícitamente.

Prioridades y objetivos

Cuando la realidad de los hechos ha puesto a todos contra la pared, el panorama se ha aclarado de golpe: los dos partidos se han delatado y hemos descubierto por fin que a pesar de sus proclamas independentistas ambos tienen en su agenda asuntos más importantes que los de la independencia. Unos asuntos, por cierto, muy legítimos, pero que nada tienen que ver con el objetivo proclamado. Esto no quiere decir que no sean independentistas, como se acusan mutuamente sus hooligans; quiere decir sencillamente que les interesa mucho menos de lo que nos dicen. Nos queda el consuelo de que también este choque de trenes es un hecho diferencial catalán: solo lo podríamos haber parido nosotros, como demuestra la historia. Y nadie podrá decir que el choque no ha servido para nada: hoy ya sabemos al menos, y con toda claridad, cuáles son las prioridades de cada uno.