La rueda

Eclipse de la política catalana

No parece aceptable que la CUP vista de desacuerdo programático su 'no' a investir a Mas

ENRIC MARÍN

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Ni el posicionamiento del pasado fin de semana de la CUP ni el hecho de que la política catalana entre en fase de hibernación hasta febrero representan sorpresa alguna. Todavía menos el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre la declaración del Parlament el 9-N. Sí resultan más sorprendentes las razones aducidas por los portavoces de la CUP para explicar la falta de acuerdo. Decir que los presupuestos de la Generalitat deben girarse como un calcetín para hacerse realmente sociales solo se puede hacer si ignoras la situación de asfixia financiera de la Generalitat y que ya queda solo un margen estrechísimo de priorización del gasto social. También sorprende un poco que se quiera identificar todo consorcio sanitario con privatización de servicio público. Con las condiciones adecuadas, el consorcio es una de las posibilidades de gestión pública más eficientes y socialmente rentables. Como me comenta con sorna una amiga abogada, esto es de primer curso de derecho administrativo. Quizá no son necesarias tantas justificaciones. La investidura es el paso necesario para permitir un nuevo Govern comprometido con el mandato democrático del 27-S. Sin embargo, la CUP tiene todo el derecho del mundo a priorizar el veto a la figura de Mas por encima de los acuerdos programáticos. Lo que quizá no es tan aceptable es que vista de desacuerdo programático la negativa a investir a Mas.

Entramos en un eclipse de la política catalana, tapada por el protagonismo electoral español. Tampoco aquí se esperan grandes sorpresas. La actual mayoría conservadora podría travestirse en una nueva mayoría neoconservadora surgida de la suma del PP y C's. Por ahora, nada permite pensar en escenarios alternativos. Aparentemente, lo único que está en juego es la supervivencia de Rajoy. Se puede romper el bipartidismo clásico, pero hay más espuma superficial que movimientos profundos de cambio.