La encrucijada catalana

Siete piezas del rompecabezas catalán

El bloqueo de la investidura de Mas plantea varias incógnitas sobre el futuro político inmediato

ORIOL BARTOMEUS

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La situación política catalana vive en un impasse desde la fallida investidura de Artur Mas. La solución del bloqueo no es sencilla. Se barajan tres opciones: una investidura exitosa del propio Mas, lo que implica un cambio copernicano de la CUP; la investidura de otro candidato de Junts pel Sí, lo que conlleva la renuncia de CDC a Mas; o la convocatoria automática de nuevas elecciones una vez agotado el plazo para elegir un nuevo presidente. Las tres posibles salidas conllevan renuncias por parte de alguno de los actores principales. El resultado final dependerá de cómo se desvanecen las principales incógnitas que tenemos encima de la mesa.

1. Un presidente blindado. En primer lugar, hay un elemento de tipo mecánico. Aunque ahora no lo parezca, investir a un presidente es mucho más fácil que echarlo. En el primer caso basta con una mayoría simple, mientras que para sacar adelante una moción de censura (que conlleva la renuncia automática del presidente) es necesario contar con la mayoría absoluta del Parlament. Este es un elemento que deben tener en mente los dirigentes de la CUP, ya que saben que, una vez investido, el presidente (sea quien sea) tendrá las manos libres para decidir la velocidad con la que se desplegaría la declaración del 8 de noviembre. Solo una mayoría que fuera de la CUP al PP podría echar al presidente una vez investido. Un escenario imposible.

2. Una mayoría corta. A medida que pasan las semanas se hace más evidente que el 27-S el bloque independentista no obtuvo la fuerza suficiente para emprender la hoja de ruta hacia la independencia con la velocidad que quisiera la CUP (y ERC). Lo ha recordado recientemente Francesc Homs. Sin esta fuerza, los acuerdos entre Junts pel Sí y la CUP de avanzar a toda máquina en la construcción de un nuevo Estado podrían acabar en papel mojado. Además, hay que tener en cuenta que una parte del voto en CDC no parece estar por la aceleración a cualquier precio. Este puede ser un elemento que frenase a CDC a la hora de cambiar la investidura por un plan de gobierno que contemplase la independencia en 18 meses o menos.

3. El socio silencioso. En este escenario, ERC juega un papel clave. Hasta ahora ha optado por mantenerse al margen de las negociaciones para la investidura, haciendo el papel de socio responsable de CDC e incluso jugando a la moderación haciendo llamadas a la sensatez. La estrategia de ERC parece clara. Si finalmente hay Govern, tiene garantizada la presencia en él; y si, por el contrario, las negociaciones entre CDC y la CUP no llegan a buen puerto y hay nuevas elecciones, los republicanos podrán sacar provecho tanto del desencanto de los votantes de la CUP como del de los de CDC. En cualquiera de los posibles escenarios, ERC ganaría. Por tanto, deja que sus socios/rivales se quemen.

4. Unas elecciones determinantes. Los resultados de las elecciones generales serán muy importantes para determinar el desatascador del bloqueo catalán. El 20-D se libra una batalla sorda pero decisiva por el dominio del espacio independentista entre ERC y CDC, en la que la primera parte con ventaja. Si los republicanos consiguen superar a CDC, Mas y los suyos verán como se estrecha su margen de maniobra para definir la salida del bloqueo, y es posible que el silencio táctico de ERC se transforme en un posicionamiento contundente.

5. Son 30, no 62. Si el 20-D debilita la posición de CDC, quedará en evidencia que los convergentes solo controlan la mitad del grupo parlamentario de Junts pel Sí (más alguno de los independientes). Este es un elemento fundamental para entender la situación de bloqueo, porque con solo 30 diputados no es posible explorar mayorías alternativas a la de los independentistas. Cualquier operación de construir una mayoría distinta puede no contar con el aval de ERC, por lo que sería aritméticamente imposible.

6. CDC puede no ser clave en Madrid. En momentos de debilidad como el actual, los nacionalistas han podido contar con la aquiescencia del partido del Gobierno central (fuera el PP o el PSOE) para garantizarse la paz parlamentaria en Catalunya. Pero todo lleva a pensar que a partir del 20-D esto no será así y que CDC perderá, en favor de Ciudadanos, su papel de king maker con capacidad de dar o quitar mayorías en el Congreso. Sin esta carta en el bolsillo, la dependencia de la CUP y de ERC será aún más clara para CDC.

7. Una cita cargada de incógnitas. La última carta a jugar es la convocatoria de nuevas elecciones al Parlament. Ahora bien, esta es una jugada muy arriesgada y llena de interrogantes. ¿Podría CDC convencer a ERC de reeditar la lista conjunta? Si fuera que sí, ¿en qué condiciones? ¿Qué pasaría con el voto independentista? ¿Se podría desmovilizar una parte? ¿Quién pagaría el fracaso de la investidura? ¿El bloque independentista en conjunto saldría reforzado o debilitado respecto del 27-S? Demasiadas preguntas sin una respuesta clara.