Miedo

Joan Guirado García

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Caminamos con temor. No nos han dejado más alternativa. No es miedo a encontrarlos y ver sus caras, ni tan siquiera es terror a saber que puede ser el final de todo... Es miedo a tener que resignarse y no poder hacer nada para evitarlo.

¿Quién sabe si mañana, cuando esté en pleno vuelo, alguien se levantará de su asiento y decidirá romper, uno a uno, nuestros caminos en la vida? ¿O, si este mediodía, almorzando, alguien decide hacerme tragar una bala no demandada? ¿O si voy a ver un concierto esta noche y el espectáculo decide montarlo alguien que no sale en el cartel de la actuación?

La guerra. Maldita palabra. ¿Quién inventó una atrocidad tan grande? Mierda de sociedad enferma que siempre quiere más y ser la mejor... y, al final, como el que se lo juega todo a una carta, no consigue nada. Lo pierde todo.

¿Por qué he estado llorando, entre las sábanas, si no conozco a nadie de las víctimas? ¿Tal vez porque yo también me he sentido una de ellas? Como las que mueren cada día en todo el mundo: en Francia, en Túnez o en Siria. Inocentes. ¿Quién no agarraría a sus hijos si estas imágenes se repitiesen a diario ante sus ojos y emprendería camino a la desesperada hacia la búsqueda de un lugar donde no tener que preocuparse por dónde dar el siguiente paso?

Nos han inculcado el miedo. O nos hemos inculcado vivir con miedo. Sí, tenemos nuestra parte de culpa en todo esto. 

¿Por qué nos hemos atrevido a ir durante mucho tiempo a mostrarles nuestra fuerza sobre los más débiles? ¿En nombre de qué? ¿Del progreso? ¿Del avance? No. 

En nombre del orgullo y el dinero. No nos hemos dado cuenta de que hemos vendido los sueños de nuestros hijos y nuestros nietos por unos barriles de petróleo. Y los pagaremos muy caro.