Maestro del eclecticismo

JORDI PUNTÍ

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La lista de los libros más vendidos del New York Times suele esconder más de una sorpresa. Esta semana, por ejemplo, el apartado de no-ficción incluía tres títulos de temática musical. Entre ensayos políticos, autoayuda o divulgación científica había un nuevo libro de Patti Smith (M Train), la autobiografía de John Foggerty (Fortunate son) y las memorias de Elvis Costello (Unfaithful music and disappearing ink). Entrar en esa lista significa miles de ejemplares vendidos en los EEUU, y hasta cierto punto parece lógico en el caso de Patti Smith, un referente de Nueva York, y del cantante mítico de la Creedence Clearwater Revival. Sin embargo, resulta más sorprendente el interés por la vida de Elvis Costello. De acuerdo, hace años que está casado con Diana Krall y vive en los Estados Unidos, pero cuando pienso en su música le veo aún como uno de los referentes del pop británico de los 80, con esos dos primeros discos memorables, My aim is true (1977) y This year's model (1978): canciones de dos minutos y poco más, sones de Londres justo antes de la new wave, una libertad creativa envidiable...

Si le doy más vueltas, claro, me doy cuenta de que Costello ha levantado su carrera sobre dos pilares importantes que al principio solo se intuían: una forma de cantar única, muy reconocible, y una gran versatilidad musical. Como se suele decir, es uno de esos artistas que «ha sabido reinventarse», y además lo ha hecho varias veces. Pasado el primer fulgor en Londres, pues, recuerdo los momentos en que me ha hecho disfrutar y de repente el abanico se abre. Desde su colaboración con Chet Baker en Shipbuilding -una de sus mejores canciones- hasta ese extraordinario disco con Burt Bacharach, Painted from memory, y que les relanzó a ambos. Además de los experimentos con Kronos Quartet, Anne Sofie von Otter o el blues particular con Allen Toussaint... Quizá lo que ahora atrae a los lectores norteamericanos es el misterio de este eclecticismo brutal, imprevisible, esa atracción impensada: la sabiduría de ese joven nerd que al principio escondía su timidez tras unas gafas de pasta.