La rueda

Las promesas de costumbre

Es muy sano que los políticos compitan por el voto, pero irrita que nos tomen por pardillos

ANTÓN LOSADA

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Solo hay algo más cansado que una campaña electoral: la precampaña; ese tiempo en el que los candidatos creen que cuela todo porque aún no nos piden el voto. Seguro que ustedes ya se lo saben: que esta vez van a hacer de verdad todo cuanto prometieron la otra vez, que ahora tienen dinero para todo y que la crisis la van a pagar de verdad quienes la causaron y se enriquecieron aún más gracias a ella. Promesas as usual.

 

Mariano Rajoy maneja como puede un partido de plañideras donde solo él conserva la calma y sabe dónde va, aunque eso no asegura que acabe llegando. Los de Pedro Sánchez están en plena tormenta de ideas y parece que las lancen a toda prisa para ver si la siguiente alivia los efectos no deseados de la anterior. Los de Pablo Iglesias siguen tratando de volver a encontrar el secreto de su éxito. A los de Albert Rivera les sale todo y si se lían con las contradicciones de su programa lo arreglan sentenciando que se trata de «un debate del pasado». Alberto Garzón continúa buscando la unidad popular en una saga con más episodios que Star wars. El show.

Mientras, el mundo gira. El mercado laboral español prosigue su imparable conversión en mercadillo de trabajadores todo a cien, los refugiados se preparan para enfrentarse desamparados a lo más crudo del crudo invierno y en Catalunya todos afirman que quien sea president no es lo importante, pero no se habla de otra cosa. Business as usual.

 

No me entiendan mal. No están ante un estirado convencido de que decir algo bueno sobre los políticos resulta malo para su imagen. Soy un firme partidario de las campañas. Creo que existen pocas cosas más sanas para la democracia que ver a los políticos competir y pelearse por nuestro apoyo. Pero si lo hacen en serio. Como a usted, me importa la política pero me irrita que me tengan por pardillo.