#ouyeah

Me da la prisa

RISTO MEJIDE

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tú vas conduciendo. Te aproximas a un paso de cebra. Y de pronto ves cómo un peatón corre para llegar a la vez que tú a las franjas blancas. Justo cuando le toca cruzarlas y tú obviamente le cedes el paso, ralentiza sus andares y lo cruza lo más lentamente que puede, tomándose todo su tiempo y el de todos los miembros de su familia, que descansen en paz. Ahí lo tienes, mirándote desafiante, haciendo de cada paso hacia la otra acera una marcha triunfal. Y yo no sé a ti, pero a mí me da la prisa.

Tú llegas con prisa al aeropuerto. Has apurado más de lo que debías. Y el guardia de seguridad lo nota con esa especie de sexto sentido que tiene y empieza a desnudarte por fascículos y a deshacer tu maleta de mano, tomándose su tiempo, mirándote desconfiado, examinando cada objeto como si fuese la primera vez que lo ve y haciendo de cada prenda un ritual iniciático hacia la pérdida de tu siguiente vuelo. Y de nuevo a mí me da la prisa.

Me da la prisa con la gente que habla lento. Porque me dan ganas de acabarle las frases. Porque deberían emitirnos el tráiler de todo lo que van a decir. Y luego si quieres te quedas a escuchar lo demás. La gente que se repite. Que sí, que con una vez que lo digas ya está. Ay.

Me da la prisa con la gente que te sirve lento. Porque aún no han entendido que el servicio es de todo menos 'slow'. Que cada vez es más a tiempo real. Que si el consumidor lo quiere, lo quiere ahora, lo quiere ya. Y se buscará la vida por otro lado si tú no se lo das. A que parece evidente. Pues nah. Tan estúpido y ridículo como estrenar las películas dos meses más tarde que en su país de origen y luego quejarse de que la gente no esté dispuesta a esperarse a que haya una oferta legal.

Me da la prisa con la gente que llega siempre tarde a todos sitios. Porque son ladrones de tiempo que no volverá. Porque no tengo la culpa de su falta de previsión temporal. Y porque ya les doy cada vez menos minutos de margen. Ahora me levanto y me voy, cada vez más. Ya quedaremos otro día que te vaya bien quedar bien. Y ya está.

Las colas. Las salas de espera. Las musiquillas del 'call center'. Pero es que también me da la prisa con algunos libros que leo. Les acabo dando cien páginas, no más. Y a ciertas películas, algo menos de la mitad. Si no me han enganchado para entonces, no sólo las dejo, sino que me ocupo personalmente de que nadie gaste su tiempo y su dinero en ellas. Que la vida no está para regalarse en aquello que no te aporta nada. Muy poca gente se merece que tú te dediques a esperar.

Igual es que me queda cada vez menos tiempo que malgastar, pero me da la prisa. No es que no sepa apreciar los tiempos muertos, la lentitud necesaria de algunas cosas y el ritmo necesariamente pausado de una evolución natural, que es más bello cuanto menos corre. Es que tengo derecho a decidir a qué me espero y a qué no. Si cada cual lo decide, es genial. Sentarse y reflexionar, como decía Vinicius, sentir el mundo rodar. Pero si es otro el que lo decide por ti, entonces es cuando me pongo malo, es cuando todo mal.

Es lo que yo llamo el Síndrome del Ahora Te Vas a Enterar. Gente que no ha acumulado en su vida todo el poder que ambicionaba, y que tiene que ir descargando su frustración de a poquito sobre los pobres e ilusos mortales que, aunque sea por un instante, dependen de su mediocridad. Ojo, y si eres famoso, conocido o tienes pinta de serlo, todavía más.

A todos ellos, a los que nos roban minutos para hacerse valer, va dedicada mi columna de hoy.

Gracias por ese cursillo exprés de paciencia aplicada que nadie os había pedido. Sois unos maestros en el noble arte de malgastar el tiempo ajeno, ejemplo vivo de la Marca España, y lamento profundamente que nadie de la Administración del Estado haya apreciado aún vuestro inmenso talento para algún puesto de mucha responsabilidad, tipo alguna Cartera Ministerial.

Espero que, como mínimo, tanta incompetencia os ayude a desgravar.