La transformación de una gran ciudad

El próximo urbanismo barcelonés

En el tejido urbano, el ecologismo ha de jugar un papel secundario sobre la situación de los parques

JOSEP OLIVA CASAS

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Pretendo comentar, analizar y también sugerir soluciones sobre puntos relacionados tanto con las recientes como con las próximas actuaciones urbanísticas a realizar en Barcelona. Y eso en el marco del fin de un mandato municipal y el comienzo de otro.

La reciente reforma de la Diagonal es una espléndida obra al servicio de los ciudadanos que ahora hace posible pasear por este tramo de la avenida y que va en la línea de ir retornando la ciudad al peatón, evidentemente en detrimento del coche. Lástima que la anchura de la acera resulta escasa a causa de los 50 metros de esta vía urbana (y no los 60 del paseo de Gràcia). En cuanto a las terrazas de bares y restaurantes, hay que hacer posible su existencia y así el ciudadano se puede apropiar del espacio público convirtiéndolo en una especie de sala de estar, que es la gran característica del excelente modelo urbano mediterráneo, que tiene proyección de futuro. En cambio, considero un error querer implantar el tranvía en la avenida. ¿Cómo sustituirá o se compatibilizará con el servicio de autobuses? Además, en un espacio de gran centralidad urbana como este tampoco es conveniente la presencia de las vías de tranvía.

En el tema de los hoteles hay que tener presentes dos cuestiones básicas. La materia prima de la ciudad son las viviendas, porque aseguran entradas y salidas de los residentes a todas horas, de manera que la presencia de gente en la  calle es continua. Y ocurre lo mismo con los hoteles aunque sean residentes eventuales. El complemento ideal para hacer ciudad es la mezcla con el uso comercial, muy especialmente las imprescindibles tiendas. Por lo tanto, los hoteles son unos buenos colaboradores, a no ser que estén situados en barrios donde haya una excesiva concentración de turistas. En este caso, desnaturalizan el sector y no es bueno para los vecinos. Total, convendría no frenar la conversión de la torre Agbar en un hotel y la nueva instalación en Diagonal-paseo de Gràcia. Añaden vida urbana al entorno y no perjudican en absoluto al vecindario, al contrario. En cambio, las oficinas siempre crean un vacío urbano a primeras horas de la tarde y el fin de semana.

Los grandes centros comerciales, los típicos malls de muchas ciudades norteamericanas, son funestos para la ciudad porque contribuyen a que desaparezca el tesoro urbano que es el pequeño comercio. Así se van desertizando poco a poco las calles, porque atraen el uso del coche privado. Ya que se cayó en el error de construir algunos, convendría impedir la ampliación y la construcción de nuevos. Ejemplo, La Maquinista.

Sería conveniente urbanizar la  carretera de las Aigües. Lo primero, facilitar el  acceso desde diferentes puntos de la ciudad. Ya se convocó un concurso para ello. Se trataría de diseñar un gran itinerario separando perfectamente la triple función: paseo, paso de bicicletas y espacio para correr, añadiendo algunos sectores más anchos para cortas estancias. Hay que hacer, pues, una intervención de cierta importancia. Haría posible una atractiva doble visión: 1) desde la carretera, una gran diversidad de vistas de la ciudad y con pequeños lugares de descanso; 2) desde la ciudad, un muro de contención crearía una imagen muy reconocible, otro icono asociado a la ciudad compatible con el ecologismo. Aunaríamos función y forma.

Hablemos de las Glòries. Me resulta incomprensible querer colocar un gran parque de 14 hectáreas en el punto más singular del Eixample, que tendría que estar reservado para la gran plaza central del barrio. Representa dejar escapar una magnífica oportunidad para la ciudad y consumar un error urbano que me atrevo a calificar de histórico. Esta opinión defiende urbanizar un parque en el mismo sector. Plaza y parque son dos conceptos urbanos antagónicos: uno es el genuino representante de la artificialidad de la ciudad y el otro el necesario complemento. Querer introducir un gran parque en este punto equivale a practicar un ecologismo radical en el que, curiosamente, han coincidido dos partidos: el centro y una izquierda de alto valor ético. La estructura urbana de la ciudad clásica se adapta muy bien al ecologismo. En el tejido urbano, el ecologismo ha de jugar un papel secundario en la situación de los parques.

La llamada Diagonal verde, en realidad se trataría de la Meridiana verde. Cuidado con los parques lineales. Diseñar un parque continuo de una cierta anchura dentro de la  trama significa crear una frontera urbana entre los dos lados y, por lo tanto, introducir inseguridad al querer cruzarlo a pie a ciertas horas del día. La edificación ha de ser predominantemente continua, pero los parques, discontinuos.