¡No a los bloques!

JOAN GUIRADO

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Volvemos a estar en campaña y, una vez más, sometidos a la voluntad de lo que los partidos políticos quieren hacer escuchar o ver a través de los medios de comunicación públicos y los malditos bloques electorales. Siempre he creído en la libertad de cada medio y el criterio de cada profesional a la hora de elaborar cualquier contenido informativo, tanto cuando he trabajado en un medio de comunicación como cuando lo he hecho en el lado oscuro, junto a un político. La libertad, a la que tantos apelamos hoy para conseguir nuestros anhelos, es fundamental para hacer una sociedad rica y plural.

La resolución de la Junta Electoral Central -formada por personas con una afinidad política definida- obligando a otorgar a una serie de partidos el mismo tiempo que el dedicado a un evento que a su entender pedía el voto para alguien concreto, actividad que por otra parte se ha retransmitido en los últimos años sin ningún inconveniente, porque a pesar de que para la libertad informativa de TVE no lo fuera, era un noticia bastante importante, pone en evidencia una vez más la esclavitud al que la política tiene sometida nuestra sociedad. Cuando la gente dice estar cansada de los políticos, lo dice por este tipo de cosas. Pretender hacer del noble arte de la política, que debe solucionar los problemas de la gente, un quebradero de cabeza y un intento burdo de manipulación de sus pensamientos es un insulto a la palabra democracia.

Los bloques electorales nunca deberían haber existido. Aparte de desprestigiar el talento y la profesionalidad de nuestros periodistas, obliga al ciudadano a consumir contenidos lamentables en lugar de otros mucho más interesantes. Quizás es hora, como piden los profesionales de los medios públicos cada vez que hay elecciones, de poner solución.

El número de votos no debería servir para justificarlo todo porque, al final, es como la pescadilla que se muerde la cola. La libertad de expresión no existe sólo porque lo diga una ley. La libertad de expresión es como una parcela que tienes que vigilar cada día y que, en cuanto te descuidas, ya se ha hecho más pequeña y, los que gobiernan, el poder, nunca tienen suficiente.