La clave
¿Escaños en vez de votos? No todo vale
Desterrado el principio democrático de una persona, un voto, el respaldo de una minoría de los electores bastará para impulsar la secesión unilateral

Enric Hernàndez
Enric HernàndezDirector
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Así están las cosas a tres semanas del 27-S, según la encuesta del GESOP: Junts pel Sí ganaría con claridad, pero Convergència y ERC se dejarían 5,6 puntos en porcentaje de voto y entre nueve y 11 escaños respecto a las elecciones del 2012. Puesto que de la fuga de votos apenas se beneficia Unió, que ni siquiera tiene garantizada la entrada en el Parlament, se confirma la tesis que Oriol Junqueras defendió hasta un minuto antes de claudicar ante Artur Mas: separados sumaban más que juntos.
La CUP mejoraría notablemente sus resultados (de tres a entre siete y ocho escaños) y ello, eventualmente, podría completar una mayoría independentista, tal vez absoluta aunque raspada. Pero su auge no bastaría para compensar el declive del matrimonio CDC-ERC. La suma de votos independentistas con representación parlamentaria descendería del 47,9% del 2012 al 44,8%. Una pérdida de tres puntos registrada en unas elecciones convocadas con la vitola de plebiscitarias. Unido todo ello al alza de la lista de Ciutadans, principal beneficiario de la polarización promovida antes que nadie por Mas, este escenario, de confirmarse en las urnas, sería probablemente el más complejo de gestionar: una mayoría por la mínima del independentismo, con la CUP como garante del proceso de ruptura y desobediencia, pero sin el respaldo del 55% de los sufragios emitidos.
Porque ya han dejado claro Mas y los suyos que, pese a que el 27-S fue convocado como alternativa al referéndum abortado -«servirá para contarnos»-, en realidad no contarán votos, sino escaños. Así que, desterrado el principio democrático de una persona, un voto, el respaldo de una minoría de los electores (amplia, pero minoritaria al cabo) bastará para impulsar la secesión unilateral aun contra el criterio de la mayoría expresado en las urnas.
¿Mandato democrático?
Aunque aún son muchos los indecisos --muchos, reacios al proyecto separatista--, quienes el 27-S persiguen un mandato democrático favorable a la independencia deberían preguntarse si los catalanes, incluidos sus potenciales votantes, aceptan que todo vale con tal de romper con España. Pues no, no todo vale.
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