El aprendizaje de la narrativa

Qué significa escribir

Cuando falla la palabra, el relato, la secuencia, entonces las cosas se amontonan y se diluyen

ANNA PAGÈS

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A propósito de los malos resultados en expresión escrita a las pruebas de evaluación de sexto de Primaria y de cuarto de ESO en Catalunya me pregunto qué significa escribir. Parece que una de los fallos principales de los alumnos son las frases inacabadas y la ausencia de signos de puntuación. Los enunciados se encadenan sin pausa y se detienen sin razón aparente. ¿Cómo interpretar este dato tan interesante? En general, atribuimos el problema de la escritura en la cultura de la imagen y de la tecnología, la escasa práctica lectora, los pocos referentes familiares, etcétera. Así mismo, la concatenación sin pausa o la interrupción sin razón, ilustran un trasfondo: no hay dinámica narrativa en la manera en que estos alumnos representan el mundo.

Lluís Duch utiliza la expresión «empalabramiento» para referirse a la capacidad de articular en palabras secuenciadas vivencias e historias. No se trata únicamente de expresar sino sobre todo de articular, es decir, de relacionarse con sentido y hacer enlaces. Sin palabras no hay mundo que valga, nada puede surgir en medio de la confusión y el desorden. A veces, intentamos explicarnos o hacernos escuchar por los demás y no lo conseguimos, porque no encontramos las palabras adecuadas. En estos momentos, la desesperación nos invade y es como si no pudiéramos traducir lo que tenemos dentro cuando, de hecho, puede ser a la inversa, desconocemos si tenemos algo de verdad dentro hasta que no encontramos la manera de decirlo con las palabras adecuadas. En cambio, cuando escribimos de una manera precisa, podemos vislumbrar como más que la pura emoción neuroanatómica, el tic nervioso o el estereotipo asomático: divisamos la metáfora, el chiste, la ironía, el juego de palabras, el malentendido. 

Jacques Lacan habló de 'mot-erialisme' queriendo decir que hay una realidad que creamos con las palabras, tan verídica como una nueva materia. Escribir significa dibujar el mundo pegando los hechos que ocurren, dándoles una estructura, un orden temporal, una adjetivación. La literatura sería, en este caso, una manera única y excepcional de recrear el mundo con las palabras, de hacerlo existir. Cuando falla la palabra, el relato, la secuencia de momentos en el tiempo, las cosas se amontonan y se diluyen. El mundo se vuelve precario y frágil porque las palabras no consiguen proporcionar un significado en el enlace de los acontecimientos. Por eso es tan importante enseñar la secuencia del relato en la escuela: ¿qué sucedió, quién había, por qué, en qué circunstancias? ¿Se puede inocular un relato desde el exterior como un ejercicio normativo de ortografía? De ninguna manera.

La dinámica narrativa requiere un sujeto de la enunciación que surge justo en medio del enunciado. Este sujeto desconocido para sí mismo, que se descubre y se reencuentra en el texto que ha escrito, que lo hace existir o mejor dicho pre-existir de una manera incomparable: lo hace convertirse en un autor que deja rastro. Con los alumnos de Magisterio hemos leído este año la primera página de 'Oliver Twist', el momento inicial y cautivador en que Dickens describe el llanto de este niño desvalido nacido en circunstancias adversas y siniestras. ¿Cómo se puede describir el llanto de un niño en el momento de venir al mundo, este llanto llamativo que todo lo rompe para sobrevivir y se esfuerza por hacerse oír? He aquí una inmejorable vía para desplegar todo los matices que incluyen la expresión «vino al mundo». Dickens nos muestra que para venir al mundo de verdad, no basta con nacer: hay que llorar de una determinada manera, en un tono de voz que anticipe las palabras de la rebelión, la protesta y la molestia. Toda palabra que se merezca serlo acaba por ser un obstáculo a la comunicación, o mejor dicho, eso que en teoría comunicativa llamamos un «ruido». Las palabras se tambalean, se abren paso como pueden en el texto, anticipan al lector y se convierten en una promesa para el autor que las ha escrito, con el fin no solo de expresar sino de abrir un mundo y de hacerlo presente a si mismo y a los demás.

Así pues, escribir es algo profundo, significa mucho más que un conjunto de estrategias gramaticales, ortográficas o de memoria visual y auditiva. Es mucho más que un blog o un dossier de textos para estudiar. Mucho más que un estilo o un género literario. Para entender qué sucede hoy hace falta enmarcar la escritura en un contexto más amplio que incluya la crisis de la narrativa y de la representación simbólica. Hace falta entender que escribir nos hace venir al mundo, a todos y cada uno de nosotros, lo que somos y todo lo que desconocemos que fuimos y podríamos ser. Lamentablemente, solo con la mecánica competencial y sin la inestimable ayuda de la literatura no haremos frente al problema

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