Banksy

Los parques de atracciones en general y los de Disney en particular han sido calificados como modernos campos de concentración. Por la estructura cerrada, por el ambiente carcelario, por las obligaciones que imponen, por la anulación de la personalidad. No es extraño. Disney fue un ultraderechista deslumbrado por los nazis, con una infancia difícil que luego convirtió en una máquina de horror para niños y mayores. Sustituyó la evidencia del terror por una aparente edulcoración con tonos pastel de la realidad, otra cara de la misma moneda. Estoy seguro de que la mayoría de padres que han estado en un parque de atracciones opinan lo mismo. Muchos han sufrido la sensación de estar enclaustrados en un desconcertante universo de consternación.

Justamente desconcertante y desconcertanteconsternación Las imágenes que nos llegan de Dismaland nos acercan a la desesperación, al verdadero rostro del mundo, allí donde los sueños de color rosa se vuelven pesadillas. De todos modos, la gracia del proyecto de Banksy es que será un éxito de público y de crítica y que, potencialmente incorrecto y anarquista, también será engullido por la sociedad de la inmediatez. En el fondo, su «parque de perturbaciones» no diverge tanto, como atracción turística, de las atracciones de los otros parques.