Renfe y Europa

JOAN GUIRADO GARCÍA

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Al ingeniero Ignasi Pascual, en 1850, lo expulsaron del consejo de administración de la compañía de ferrocarriles de Mataró por defender la necesidad de construir la red ferroviaria española, que se empezaba a tejer en ese mismo momento, con ancho internacional como el resto de países europeos. 

La justificación de los mandatarios para echarlo, ya que, como ser discordante no es un motivo de peso, y como aún se actúa en ciertos reductos del Estado, fue tratarlo de "mal español e iluso", además de ser un hombre "de buena salud ya que se baña también en invierno".

Esos mismos años, el entonces diputado en el Congreso Andrés Borrego, en pleno debate de la llegada del tren a España, declaró sin reparo: "Lo que necesitamos es una gran cruz de ferrocarriles que atraviese nuestro territorio de Norte a Sur y de Este a Oeste. Porque cuando oía y leía que la Inglaterra, la Francia, la Alemania se esforzaban por cubrir sus territorios de una red de ferrocarriles, repetía yo sin cesar: no red sino cruz, es lo que nosotros necesitamos, y esta cruz la considero destinada a operar nada menos que nuestra salvación económica, al modo que la cruz mística del calvario ha operado la regeneración de la especie humana".

Hoy, los trenes de alta velocidad españoles no pueden llegar a París -y los Talgo nocturnos han sido eliminados- y Madrid Puerta de Atocha se ha convertido en el gran hub de la AV. Como diría Sabina, donde se cruzan todos los caminos y a la vez, como entona en otra canción, donde debemos bajarnos. Todo pasa por Madrid.

A bordo de un tren de cercanías alemán, que a una velocidad y precio razonable une Baden - Wüttemberg con Zurich, mi destino final, me acuerdo de los amigos de RENFE y todos aquellos que han creído que el modelo español era el mejor. En Alemania, los cercanías son mucho más confortables, las frecuencias más elevadas y viajar en transporte público es de lo más fácil. En tu billete tienes detallado todo el trazado, con los horarios de los trasbordos, las vías y el tiempo de espera. Como en España, vaya.  Y, por cierto, que aquí esta cayendo un gran chaparrón y de momento no se ha caído el sistema ferroviario.

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