Editorial

Endebles explicaciones de Fernández Díaz

El ministro no convence a nadie con sus motivos para dar audiencia a Rato y se refugia en las razones de seguridad

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Defraudación. No hay otra palabra que pueda definir mejor la sensación que dejó la comparecencia parlamentaria de ayer del ministro del Interior para explicar la polémica audiencia que concedió el 29 de julio a Rodrigo Rato, imputado por cinco delitos fiscales, uno de blanqueo y otro de alzamiento de bienes. Jorge Fernández Díaz echó mano del viejo manual que establece que la mejor defensa es un buen ataque, negó con aire victimista todas las acusaciones de amiguismo y opacidad e incluso se permitió arremeter con acidez, sin venir a cuento, contra el PSOE y CDC por el proceso soberanista catalán. Pero tras las cuatro largas horas de toma y daca fue inevitable compartir más las duras críticas formuladas por la oposición que las endebles explicaciones del ministro.

Fernández Díaz basó su argumentación en que estaba obligado a atender a Rato porque este y su entorno, dijo, han recibido amenazas desde que la justicia investiga la actuación del expresidente de Bankia. Pero Interior tardó varios días, al trascender la entrevista, en dar esa versión, que además casa mal con la del propio Rato, que admitió que hablaron de «todo» lo que le está pasando. Y es legítimo que  los ciudadanos piensen que ese «todo» pudo incluir muy fácilmente la investigación que la Guardia Civil -que depende de Fernández Díaz- realiza sobre el volcánico tránsito de Rato por Bankia. En último término, Fernández Díaz se refugió ayer en la «responsabilidad» que le incumbe en razón del cargo para no dar detalles de los supuestos riesgos que corre Rato. «Cuando estoy hablando de amenazas, estoy hablando de amenazas», dijo en tono ofendido. Un recurso retórico con el que alzó un muro de seguridad (la física del exvicepresidente del Gobierno y, de paso, la suya propia ante el incesante acoso de los parlamentarios). Todo quedó reducido, pues, a un acto de fe: hay que creer a este ministro porque los ministros  siempre dicen la verdad, vino a decir el responsable de Interior entre la puerilidad y el cinismo. Pero hay motivos más que sobrados no solo para mantener en cuarentena las explicaciones de Fernández Díaz, sino para que Mariano Rajoy piense seriamente en lo que supone que casi toda la oposición pida la dimisión del ministro por su lamentable comparecencia. La audiencia a Rato fue un error... o algo peor.