La clave

Ni neutrales ni inocentes ni objetivos

BERNAT GASULLA

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Horas antes de que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, firmara el decreto de convocatoria de las elecciones del 27-S, la vicepresidenta del Gobierno central, Soraya Sáenz de Santamaría, instaba al número 4 de la lista de Junts pel Sí a que mantuviera la «neutralidad» durante el proceso electoral. Edificante petición, si no fuera cínica, inconsecuente e insultantemente naíf.

No parece verosímil que Mas quisiera darle la razón a la vice, pero la rúbrica del decreto se convirtió en un torpe acto electoral que esperó al  prime timetelevisivo, con el apoyo de los medios de comunicación públicos, y una escenografía tan pretendidamente solemne como desangelada. Todo quedaba muy lejos de otros actos oficiales, que contaron en su momento con el apoyo popular. Mucha pompa pero poco nervio, pese a la subida del tono acusatorio en las intervenciones posteriores del president. Pero, pese a todo, ¿acaso ha sido Mas el único jefe de un Ejecutivo que se ha valido de los recursos de su Administración para partir con ventaja en la contienda electoral?

Presupuestos 'neutrales'

Solo un día después del llamamiento de Sáenz de Santamaría a Mas, el ministro de HaciendaCristóbal Montoro, puso su granito de arena en la ejemplaridad institucional y el juego limpio con los Presupuestos Generales para el 2016. Montoro presentó  unas cuentas tan neutrales en la forma (lleno de caramelos electoralistas), como en el fondo (con el mantenimiento del agravio de las inversiones en Catalunya).

Entre las joyas de los Presupuestos del Estado destaca con luz propia la rebaja del 80% en la partida destinada a atender a los padres residentes en Catalunya que quieren escolarizar en castellano a sus hijos. Como el tiro le ha salido por la culata al Gobierno, el dinero público dedicado a un objetivo tan neutral se ha recortado al mínimo. Lo dicho: imparcialidad, neutralidad, rigor y objetividad.

Se podrá pensar, con razón, que no hay nada nuevo bajo el sol. Que todos los gobernantes han barrido siempre para casa. Pero, por favor, que renuncien a darnos lecciones de neutralidad. Quizá aún somos inocentes, pero no tanto.