Editorial

Un Govern monocolor y preelectoral

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Los huecos dejados en el Govern por la salida de los tres representantes de UDC tras la ruptura de Convergència i Unió han sido rellenados con prontitud por Artur Mas, que ha formado así el primer Govern monocolor de la Catalunya contemporánea, pues los de Jordi Pujol, Pasqual Maragall y José Montilla los integraron al menos dos partidos. El carácter políticamente uniforme del nuevo Ejecutivo se corresponde con la prioridad absoluta que Mas ha otorgado al proceso soberanista. Por si había dudas, el 'president' no pudo decirlo más claro ayer: «Es un Govern al 100% cohesionado con el objetivo final, con la independencia o el sí-sí».

Con todos sus miembros militantes de CDC -a excepción de Ferran Mascarell (Cultura) y Boi Ruiz (Salut)-, en el nuevo Consell Executiu destaca Neus Munté como vicepresidenta. Un ascenso con el que Mas mantiene a una mujer como número dos y que le permite afirmar que le preocupan mucho las políticas sociales -de las que Munté ha demostrado ser capaz y responsable desde el 2012-, para así neutralizar las extendidas críticas de que el 'procés' ha absorbido casi todas las energías del Govern en detrimento de los esfuerzos para mejorar la vida de los muchos catalanes damnificados por la crisis. La asunción por Munté de la portavocía del Govern debe interpretarse en el mismo sentido de intentar proyectar una imagen más cercana del poder, sin que eso vaya en demérito de Francesc Homs, cuya lealtad a Mas está ampliamente demostrada. En cuanto a las tres caras nuevas del Govern, no parece mala opción haber colocado en la muy sensible cartera de Interior a Jordi Jané, cuya larga carrera como diputado en el Congreso debe facilitar el diálogo con el ministerio de Jorge Fernández Díaz en la etapa de alta tensión que se avecina. Meritxell Borràs (Governació) supone un guiño al aparato de CDC, mientras que Jordi Ciuraneta deberá demostrar en Agricultura la experiencia que denotan sus cargos en seis empresas del sector.

Mas subrayó ayer que este no es Govern para tres meses a la espera del 27-S, pero es inevitable verlo así. Son muchas las incertidumbres no solo sobre lo que pueda pasar tras las elecciones, sino sobre lo que sucederá de aquí a entonces, empezando por la respuesta de Òmnium y la ANC al cierre de filas soberanista reclamado por el 'president'. Este verano no será plácido en modo alguno.