Análisis

¿Prevención de lo imprevisible?

Las leyes inexplicables del comportamiento humano rodean los grandes sucesos

Anna Garcia Hom

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La próxima verbena de Sant Joan se cumplen cinco años del accidente ferroviario de Castelldefels-Platja que costó la vida a 12 jóvenes y causó diversos heridos entre quienes se dirigían a una fiesta playera. Los hechos parecen simples: un grupo de personas es atropellado cuando cruza la vía para esquivar la avalancha humana que se forma en los andenes de salida. De las dos investigaciones realizadas, la técnica y la judicial, la primera concluyó que hubo un buen funcionamiento de los sistemas y una correcta actuación reglamentaria. La segunda, en primera instancia, archivó la causa.

En este suceso, como en otros relacionados con la seguridad de los espacios públicos y su interrelación con las infraestructuras, aparece la sombra del factor humano. Lo que nos recuerda cuestiones que no por sabidas merecen menos atención, y más porque debería superarse el limitado debate prevencionista de las normas de seguridad y el consiguiente (no obvio) comportamiento humano que debe cumplirlas. Si a ello añadimos la diversidad cultural del colectivo que debe adherirse a esas normas y lo amenizamos con el distinto uso que da a los espacios públicos, el efecto puede ser letal.

La experiencia señala que es necesario proteger a las personas de los peligros que les aguardan cuando interactúan en espacios donde puede verse comprometida su seguridad. El esfuerzo de la Administración, en general, se ha traducido más en una inversión en técnica. No obstante, la catástrofe de Castelldefels demostró que la seguridad solo desde ese punto de vista técnico es insuficiente y que deberíamos prestar atención a las razones que condujeron a las víctimas a rehuir las obligaciones derivadas de las señales con una conducta del todo imprevista. En este caso, el resultado de la interacción entre técnica y factor humano fue el contrario del previsto, por desconocimiento, falta de hábito o incomprensión. Los pasivos mecanismos de protección de los sistemas de prevención fueron superados por los activos comportamientos humanos carentes de sistemas de gobernanza que los anticipara.

Deberíamos reflexionar acerca de cómo actuar frente a la imprevisibilidad de los actos humanos. De los previsibles ya se encarga la prevención. En esta circunstancia concreta, la excitación propia de la noche ayudó a reforzar una conducta más voluble que de costumbre. Resolver el accidente aduciendo un incumplimiento o amparándose en la correcta implantación de medidas de seguridad es olvidar que la prevención, en el ámbito del comportamiento humano, no resulta solo de la señalización o la prohibición sino de nuevas estrategias que aborden cuestiones relacionadas con la diversidad cultural -hoy tan infrecuentes como imprescindibles- para atender el comportamiento gregario o el uso de espacios públicos como las playas. En resumen, si se trata de proteger a personas es preciso incorporar en el diseño urbano el factor humano como elemento de gobernanza anticipatoria.