NÓMADAS Y VIAJANTES

Cansados de tanto 'Grexit'

RAMÓN LOBO

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Tres espantos recorren el periodismo: las encuestas, las apuestas y los mercados. Parecen ocupar más espacio que las noticias y la búsqueda del por qué, el motor de nuestro oficio. Se lanza una encuesta y entre dimes y diretes hay para dos días de bulla y titulares. En deportes se habla más de lo que se paga por lo que no ha sucedido que de lo que está sucediendo. En la prensa económica, y en la otra, se ha regalado a los mercados una centralidad totémica que desplaza a las democracias; ellos determinan qué está bien, qué está mal.

¿Qué dicen los mercados sobre Grecia? ¿Apuestan por un 'Grexit', es decir, la salida de Grecia del euro? ¿Habrá mañana un acuerdo en la reunión extraordinaria de la UE? Los mercados son las Bolsas, las divisas, los bonos, la prima de riesgo y las agencias de calificación. ¿Y qué dicen los pensionistas griegos que han perdido el 61% del valor de sus pensiones? En Grecia sucede como en España: una sola pensión sostiene a un grupo familiar sin ingresos (400.000 familias en el caso español). Estamos ante un problema social.

Escenarios de miedo

El primer ministro Alexis Tsipras aún confía en un milagro. Vender optimismo es parte de las reglas del póker. Su punto débil es que todos los jugadores conocen sus cartas. Fue elegido por los griegos para hacer lo que hace: plantar cara, exigir una reestructuración de la deuda a cambio de recortes. Si cede en exceso habrá elecciones, ascenderán los nazis de Amanecer Dorado. Todos juegan con escenarios de miedo.

Las declaraciones del jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, en las que dudaba de la solvencia de la banca griega a partir de mañana, provocaron la retirada de 2.000 millones de euros en una semana, la mitad el día en el que abrió la boca. Quizá fue una irresponsabilidad o parte de la negociación. Nos falta la letra pequeña.

Las diferencias entre acreedores (troika) y deudor (Grecia) siguen siendo abismales. No solo en las cifras (la deuda acumulada es de 323.000 millones de euros), sino en el concepto: ¿qué anteponer, estadísticas o ciudadanos? En los últimos días las partes han abandonado la discreción para lanzarse a una peligrosa discusión pública.

Tampoco ayuda que el ministro de Finanzas Yanis Varoufakis insulte al FMI. En la última reunión, la jefa del organismo, Christine Lagarde, se presentó ante al griego: «Aquí está la criminal en jefe». La discusión ha descendido a lo personal. No fluye la simpatía entre ellos ni con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Debajo de la presión a Grecia bulle un ensañamiento calvinista para castigar el dispendio y la mentira. El Gobierno que engañó para entrar en el euro era de Nueva Democracia, el interlocutor añorado por el FMI y la UE.

Uno de los columnistas del 'Financial Times', Wolfgang Münchau, tituló su texto: «Grecia no tiene nada que perder al decir 'no' a los acreedores». Además de la defensa de la idea de Europa, el interés franco-alemán es material: si hubiera bancarrota y 'Grexit', Berlín se juega  56.000 millones de euros, París, 42.000 (España, 26.000). Un reciente informe del Center for Economic Studies de Múnich eleva la exposición máxima de Alemania a 87.000 millones de euros y la de Francia a 66.500.

Lo que piden cada vez más economistas es un ejercicio de realidad: abandonar la ficción de que este camino de ajustes permitirá cobrar algún día la deuda griega.

Economía cerrada

Se ha especulado tanto con el 'Grexit' y las catástrofes posteriores que Syriza y un número elevado de griegos han perdido el miedo. A corto plazo sería muy duro para Atenas; a medio y largo plazo menos, al menos se quitaría el yugo de la troika.

Münchau recuerda que Grecia es una economía cerrada, que el 75% del PIB es doméstico, y el 25% restante procede del turismo, un sector que se vería beneficiado en una hipotética devaluación del dracma. Lagarde insiste en que la fecha límite para los pagos es el 30 de junio, que no habrá «periodos de gracia ni retrasos». El papel de policía malo lo interpreta con entusiasmo.

La UE está acostumbrada a operar al borde del precipicio. Pactar con el abismo bajo los pies es parte de la representación del esfuerzo titánico. Puede que estemos ante una partida similar y que al final, en el último segundo, se halle una solución que evite un 'Grexit' que no desea nadie. O tal vez sí, y todo esto es una simulación para conseguir un objetivo: echar a los griegos, soltar lastre para fortalecer el euro. Que pase el siguiente.