Recta final hacia la COP de París

Elvira Carles

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A poco más de seis meses de la celebración de la COP21 de París 2015, Bonn acoge –entre el 1 y el 11 de junio– a negociadores de más de 190 países en una nueva ronda de trabajo en la elaboración del texto del acuerdo climático universal. La cita de Bonn llega después de dos acontecimientos importantes. Por un lado una Cumbre de Empresas y Clima que se celebró en París y por otro una reunión del G7. 

En el encuentro empresarial, más de 6,5 millones de empresas representadas en 25 redes mundiales se han comprometido a contribuir para hacer posible una transición mundial a una economía baja en emisiones de carbono. Del G7, celebrado en Alemania y presidido por la canciller Merkel –quien fue responsable de la delegación alemana en la COP de Kioto en 1997 como ministra de medio ambiente– se obtuvo el compromiso de impulsar el uso de energías renovables en todo el mundo como parte de la política para combatir el cambio climático y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

Ambas acciones demuestran ya una serie de elementos que creo que marcarán el resultado de la próxima COP y que añadiría a otros más tangibles como la financiación, el cambio del concepto de riesgo y las contribuciones nacionales. Se trata de la cooperación, la confianza y la capacidad. Cuando hablo de cooperación me refiero al trabajo común entre todos aquellos, particulares y administraciones, que inciden en la producción de emisiones, en las políticas públicas y en las decisiones de inversión. Cooperación en un modelo en que las partes, especialmente los gobiernos, compartan y aprendan de cómo operan los demás.

Y para ello es necesaria la confianza que genere el acuerdo de París. Es decir que se dé un acuerdo jurídico internacional reducido, centrado en asegurar un funcionamiento transparente y uniforme de los esfuerzos de todos a partir de reglas y principios y que acelere la posibilidad de compartir información.

El tercer elemento es la capacidad que demuestren los países en contribuir en este esfuerzo. En este aspecto va a ser necesaria la madurez de todos los gobiernos en aceptar que todos tenemos un problema común y que para solventarlo no bastan medidas incrementalistas a corto plazo sino verdaderos acuerdos de compromiso a reducir sus emisiones y aplicar políticas verdes.