Análisis

La pobreza sí es antisistema

Una de las lecciones más amargas de esta crisis es comprobar cómo se ha disparado la vulnerabilidad infantil

XAVIER MARTÍNEZ CELORRIO

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Algunos políticos conservadores siguen con el lenguaje del miedo para descalificar la nueva política y los nuevos liderazgos tachándolos de ser antisistema. Deberían saber que lo realmente antisistema es la pobreza masiva que nos deja en herencia esta crisis. En Catalunya, el 41% de los hogares no puede hacer frente a gastos imprevistos ni puede pagarse una semana de vacaciones. En España, la pobreza infantil ya llega al 30%. Son datos de pobreza relativa alarmantes puesto que van en aumento cuando toda la población se ha empobrecido de media un 12% entre 2009-2013.

Son fotos fijas que dependen de la media de ingresos. Todo el país se empobrece y con una media más baja, las tasas de pobreza relativa son casi constantes: del 21% en el 2009 al 22,2% en el 2013. A los sociólogos nos dice mucho más otro indicador que no es una foto fija como la pobreza relativa. Es el indicador de la pobreza anclada. Se mide en función de los ingresos y renta disponible en un año determinado. Por ejemplo, en el 2009 el 21% de hogares vivía en pobreza pero -con los mismos parámetros de renta e ingresos del 2009- ya eran el 30% de hogares en el 2013. Al anclarla en un año determinado podemos ver cómo han empeorado las condiciones de vida y cuántos más son pobres respecto al año de referencia.

La tasa Arope

Otro indicador de lectura más interesante, por todo lo que implica, es la tasa Arope que mide simultáneamente la pobreza y la exclusión armonizada para el conjunto de países europeos. En el 2013 en España ya llegaba casi al 30% y la tasa infantil ya era del 35%. Todo un récord negativo, compartido con los países del sur de Europa, mientras en Suecia y Finlandia esa tasa Arope infantil es tan solo del 14%.

Una de las lecciones más amargas de esta crisis es comprobar cómo se ha disparado la pobreza y vulnerabilidad infantil sin que se hayan activado programas de choque y de urgencia social. Es más, algunos consejeros de Educación consideran que todo eso de la pobreza infantil no es asunto suyo. Lo suyo son aulas, libros y exámenes. Tristemente muchos profesores piensan así, como si la pobreza infantil no repercutiera en el desarrollo cognitivo y emocional de los niños, tal y como demuestra toda la investigación internacional. La pobreza es antisistema porque pone en cuestión y corroe la arquitectura de derechos, libertades y bienestar de la democracia. Es antisistema porque hace resurgir la lucha de clases que fue diluida con la construcción de los estados del bienestar. En España se logró tras la dictadura franquista, cuando se pusieron las bases de la ciudadanía social que fueron diluyendo el viejo radicalismo de clase. Gracias a políticas redistributivas que consolidaron la cohesión social y legitimaron la democracia liberal.

Hacer crecer la pobreza y la desigualdad es antisistema porque, también, hace aumentar la exclusión política. De hecho, en las recientes elecciones locales de Barcelona, la abstención en los barrios más pobres fue del 60% y duplicó la abstención de los barrios más ricos. Es un dato elocuente. La nueva alcaldesa Ada Colau debe tenerlo presente: ya sabe que la pobreza es antisistema. No ella.