El difícil reto de Esquerra

JOAN SALICRÚ

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El "candidato tranquilo" de MataróFrancesc Teixidó, de ERC, tiene un gran reto ante sí con las elecciones municipales del 24-M a la vista. Y no es precisamente recuperar la presencia municipal, lo que todo el mundo da por hecho ahora mismo -otra cosa es si al final lo hará con menos ímpetu de lo que podía parecer en un primer momento-.

Teixidó pronunció el jueves pasado en la Nau Gaudí su primer discurso oficial, de cierto grosor,  después de haber presentado la candidatura el viernes anterior en el Cafè de Mar.

Fue un discurso marcadamente social, nítidamente de izquierdas, en la línea de lo que pretende el candidato republicano a la alcaldía de Barcelona, Alfred Bosch.

Y de hecho, como Bosch, Teixidó se encontrará y se encuentra ya en la difícil tesitura de tener que marcar distancias con el actual grupo de gobierno... cuando todo el mundo cuenta que, por poco que sumen, CiU y ERC conformarán gobiernos nacionalistas locales allí donde sea posible, de cara a reimpulsar el Proceso Sobiranista y la convocatoria plebiscitaria del 27-S.

Es en este marco que hay que entender la propuesta de los republicanos de celebrar una consulta ciudadana sobre la continuación de la Festa al Cale, anunciada este martes mediante un comunicado de prensa, de cara al 2016.

CiU no se puede negar, siguiendo la lógica del "derecho a decidir" a consultar a la ciudadanía para cualquier cuestión de cierta importancia, pero es obvio que no le hace ninguna gracia que el gran acontecimiento que debe servir para colocar la ciudad en el mapa catalán sea cuestionado por sus futuros socios de gobierno.

Esquerra, todo hay que decirlo, no pretende pagar a CiU con la misma moneda con la que los nacionalistas lo hicieron al inicio del mandato con el Festival Shakespeare, buque insignia de la política cultural de los republicanos durante el anterior mandato, cuando los sucesores en la concejalía de Cultura suspendieron a pocos días del inicio la tercera edición del certamen.

Porque en realidad la propuesta de Esquerra se retrasa hasta el 2016, cuando la Festa al Cel probablemente ya se habrá consolidado entre la ciudadanía y será más difícil dar marcha atrás.

En todo caso, la propuesta no deja de ser un aviso de los republicanos, un querer marcar terreno, para dejar claro que nada está decidido tras el 24-M.

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