La rueda

Otra herida en el alma de Europa

¿A qué esperan los países del norte para involucrarse en el drama del Mediterrráneo?

ESPERANZA GARCÍA

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Corría el año 1999 cuando la Unión Europea acuerda actuar conjuntamente frente a la cuestión de la inmigración irregular: tres años de negociación para la aprobación en el Parlamento de la agenda común migratoria. Han pasado 16 años y desde el 2000 no han parado de llegar miles de personas a través del Mediterráneo. La mortalidad anual media hasta el 2013 era de 1.700 personas, 3.500 en el 2014 y, en lo que va de año, ya se superan los 1.750 fallecidos. La situación en los países de origen (Siria, Gambia, Libia, Mali, Senegal, Somalia, Eritrea...) empuja más que nunca a intentar huir de la miseria, estados fallidos, la guerra y la muerte.

Un nuevo naufragio, con más de 700 personas desaparecidas, en el canal de Sicilia golpea frente a las fronteras de la vieja Europa. Una vez más. Otra herida abierta en la esencia de lo que Europa representa. Otro fracaso más del Consejo Europeo, que se autodefine como el instrumento que «tiene como objetivo principal la defensa y la protección de la democracia, del Estado de derecho y los derechos humanos, en especial los civiles y políticos». Otra muestra del politburó europeo en cuestiones que exceden de las fronteras de cada Estado miembro.

Europa ha cometido errores en materia de política internacional, en seguridad común frente a la amenaza terrorista, en desarrollo, control y asistencia de países con dificultades económicas y sociales, pero va rectificando a medida que la realidad se muestra tozuda. El pasado junio el Consejo acordó dar prioridad a la política migratoria con competencias, coordinación y cooperación con terceros países y la mejora y refuerzo del derecho al asilo. ¿A qué esperan los países del norte para involucrarse más en este drama? Las herramientas están, solo falta que se pase de las palabras a los hechos.