Ministro Fernández, pare ya

JOAN GUIRADO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mi madre, una andaluza de nacimiento y castellanohablante por defecto, es des del pasado jueves una nueva independentista convencida. No por temas culturales, ni por temas económicos, como normalmente se dice que los catalanes nos convertimos en más o menos independentistas. Se ha convertido por la razón por la que más catalanes han escogido esta vía: por la campaña anticatalanista que se ha desatado des de el estado.

En la consulta del 9-N mi madre votó 'sí' a que Catalunya se convirtiera en un nuevo estado y dejo en blanco la segunda casilla, la de si quería que este fuera un estado independiente. Porque aún hoy, 49 años después de emigrar de Badolatosa, un pequeño pueblo de Sevilla, tiene muchos vínculos irrompibles con su tierra de nacimiento, cosa comprensible y respetable.

El jueves, una funcionaria de Correos llamó a la puerta de mi casa. Nos venía a entregar una carta certificada de la Agencia Tributaria a mi nombre. Mi madre leyó. Decía que nos embargaban un vehículo, el que habitualmente usa ella y que esta a mi nombre, por no haber pagado una multa de 4.000 euros por hacer fotografías a agentes de la policía nacional que, en junio del 2013, retiraban banderas independentistas antes de un Almería-Girona de la promoción de ascenso a Primera División. No se lo podía creer.

Todo sucedió, como digo, en verano del 2013. Un abogado me recomendó no denunciar a los agentes por los insultos y vejación que me propiciaron, ya que normalmente actúan así para asustar. Le hice caso. Casi un año más tarde, el 1 de abril del 2014, me enviaban una denuncia totalmente falsa, en la que me atribuían cosas que no había dicho ni echo, y por la que me pedían 4.000 euros y la prohibición de entrar durante 12 meses a ningún recinto deportivo. Ni al club de natación dónde acudo diariamente en mi ciudad, Olot.

A partir de ese día, con un abogado especializado, presentamos varios recursos que fueron desestimados. Dieron total veracidad, incluso sellando su firma el delegado del Gobierno en Almería, a una denuncia falsificada e inventada por parte de los agentes actuantes. Por cierto, firmada por solo dos de los trece agentes que participaron. Ahora, varios meses después, una carta de la Agencia Tributaria me notifican que me embargan 4.800 euros para responder a esta sanción.

Sé que tendré que acabar pagando la sanción. Es como la lucha de David contra Goliat, pero eso no deja que aquí acabe mi lucha. Una lucha que llegara donde haga falta para demostrar mi inocencia y, sobretodo, para demostrar que el juego sucio del estado no tiene límites. Que son capaces de vulnerar su propia constitución con el fin de meter miedo en el cuerpo de la gente y así desistan de defender el derecho de los catalanes a decidir su futuro. Con mi madre, por eso, no les ha funcionado. Al contrario.

Si me dejara llevar por mis instintos, seguramente este articulo no tendría este tono. Pero no voy a caer en su tentación, ni voy a utilizar las maneras que regularmente usa para poner un ejemplo el ministro del Interior. Como yo, en Catalunya, hay más afectados. No tan graves como mi caso, dónde se vulneró el derecho a la información, pero si por expresar libremente su deseó mostrando 'esteladas' mientras enfrente otros aficionados mostraban esvásticas sin ser castigados. Llegó a decir en sede parlamentaria, el ministro Fernández Díaz, que eso no era cierto, habiendo imágenes televisivas.

Por mala suerte, ni Rafa Martin, ni Álex Molina, ni la Mónica García ni yo mismo --por cierto, todos con apellidos castellanos--, somos tan mediáticos como otros personajes como Santi Vidal, que también han tenido que padecer la rabia del estado. No recibimos los mismos apoyos institucionales ni ciudadanos, ni tan solo de las entidades que impulsan todo este proyecto. Pero estamos inmersos en un proceso judicial fruto de la tensión entre Catalunya y Espanya. Y sin todos esos apoyos, continuaremos luchando para hacer justicia.

¿Sabe usted señor ministro, por qué a mi madre o yo mismo cada vez nos repugna más ser ciudadanos españoles? Porque al salir de las fronteras del estado, alguien nos pueda relacionar con usted. Con usted y con su gobierno que manipula, miente y que nos limita el acceso a la justicia con unas tasas desproporcionadas que sólo nos permiten aceptar la derrota injusta. O que nos la acepten en su defecto. Que nos relacionan con alguien que, sin pensar, es capaz de relacionar la labor de una entidad que trabaja para la integración de inmigrantes con el Estado Islámico, con el único objetivo de atemorizar a la gente. Por cosas como estas, cada celebración familiar en mi casa somos mas los que coincidimos con sentirnos cada vez más cerca de las tesis soberanistas. Déjeme que le diga que me tranquiliza tener mi seguridad en sus manos, usted que encarna tan bien el 'Ego sum via, veritas et vita'.