Análisis

Profesiones deshumanizadas

La selección, la formación y el entrenamiento de los pilotos han retrocedido, presionados por un mercado competitivo

LUIS LACASA HEYDT

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El dolor y el estupor que el accidente de Germanwings ha provocado nos tiene que llevar a reflexionar sobre el contexto profesional y personal en el que nos desenvolvemos actualmente.

Estamos sometidos a una presión y estrés permanentes, disponemos de menos tiempo para disfrutar de relaciones personales y familiares y vivimos de forma cada vez más aislada. En definitiva, nos movemos en un contexto social y laboral hostil e impersonal. Paralelamente, se está produciendo una pérdida de valores profesionales y humanos al poner todo el peso de nuestro desarrollo como sociedad en la tecnología y no en las personas. Nos estamos centrando en el desarrollo de las competencias técnicas y nos estamos olvidando de las no técnicas, es decir, aquellas relacionadas con las habilidades sociales de cooperación, liderazgo, comunicación y muy especialmente las éticas, que, sin embargo, son esenciales para el ejercicio profesional y la gestión de recursos y personas.

Si estos factores son importantes para cualquiera, independientemente de su cualificación y desempeño, no cabe duda de que lo son más aún en el caso de aquellas profesiones que tienen responsabilidad sobre la vida y el bienestar de los demás. La formación, entrenamiento y ejercicio profesional deben reunir las mejores condiciones posibles, pero en el caso de los pilotos la selección y el nivel de preparación previo al acceso a la profesión, la formación inicial, y el entrenamiento recurrente durante la vida laboral han retrocedido, presionados por un mercado competitivo que ha crecido a cualquier precio.

Pero cuando hablamos de seguridad, el precio que se paga por aplicar visiones cortoplacistas y políticas de mínimos es demasiado alto. Recientemente la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) publicó un informe afirmando que la inminente escasez de pilotos representa potenciales riesgos de seguridad para el sector aéreo, en buena medida debido a la falta de instructores cualificados y al descenso en el grado de experiencia de los comandantes.

La solución a este deterioro pasa por potenciar y mejorar la formación de los pilotos en todas sus fases, invertir las políticas de recursos humanos de las aerolíneas y contar con autoridades aeronáuticas sólidas y competentes que supervisen adecuadamente los múltiples y complejos procesos del sector aéreo. Ha llegado el momento de revertir una deriva que convierte a los profesionales en computadoras, que confunde formación con adiestramiento, que desprecia la experiencia y que ha dejado por el camino valores y principios esenciales.

La pérdida de tantas vidas humanas y el dolor generado no pueden quedarse sin respuestas, pero no es el momento de buscar soluciones cosméticas o exageradas sino de hacer un análisis a fondo de los problemas detectados y adoptar medidas que realmente sirvan para reforzar la seguridad aérea y el servicio que prestamos a los usuarios del transporte aéreo.