Un jardín enigmático en 3D

La obra multimedia 'Sunken Garden', de Michel van der Aa, en el festival 'Los Jardines Misteriosos' de la Opéra de Lyon

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ROSA MASSAGUÉ

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Desde los griegos hasta nuestros días pasando por El Bosco o por Francisco Ayala, el jardín ha sido metáfora en todas las artes. La ópera no podía ser menos y la de Lyon le ha dedicado su recién acabado festival que ha titulado 'Los jardines misteriosos'. Tres han sido los jardines visitados. Empecemos por el más enigmático, por 'Sunken garden' ('El jardín sumergido'), del holandés Michel van der Aa (Oss, 1970).

Antes de estudiar composición --con Louis Andriessen, entre otros maestros-- Van der Aa estudió ingeniería de sonido en el Conservatorio Real de La Haya y cinematografía en Nueva York. En 'Sunken garden' hay la suma de todos estos conocimientos.

El compositor explora todas las posibilidades tecnológicas hoy disponibles, desde videoimágenes de teléfonos móviles, hologramas a imágenes en 3D que se suman a los convencionalismos clásicos de la ópera como son la orquesta y los cantantes de carne y hueso, y el escenario con un decorado material.

La partitura está escrita para varios instrumentos (clarinetes, trompeta, trombón, percusión, cuerdas y sintetizador). La interrelación entre los instrumentos clásicos y los efectos electrónicos produce una música ecléctica con momentos que van desde los muy líricos y melodiosos a otros de música disco.

'Sunken garden' cuenta con un libreto escrito por el novelista británico David Mitchell, autor de la célebre novela 'El atlas de las nubes' llevada a la pantalla. La ópera empieza como una historia de misterio. Toby Kramer, un videoartista de escasos recursos, investiga con su cámara la desaparición de una persona (después serán dos). Zenna Briggs, representante de una fundación desconocida le visita para financiar el proyecto. 

Durante la investigación, Kramer localiza a varias personas que han conocido al desaparecido, a Simon Vines, pero el misterio, en vez de aclararse, se va oscureciendo. Todo cambia cuando Toby llega a una puerta de luz debajo de un puente de la autopista. El videoartista entre en otra dimensión y los espectadores le acompañan poniéndose las gafas 3D recibidas al entrar en la sala.

Al otro lado de la puerta hay un jardín de una vegetación lujuriante en el que aparecen los hologramas de los dos desaparecidos, de Vines y de Amber Jacquemain. Es un jardín situado entre la vida y la muerte. No es un lugar al que van los muertos como pueden ser los campos elíseos donde mora, por ejemplo, Euridice, y de donde la rescata Orfeo.

En este jardín, sus habitantes no están ni vivos ni muertos. Es un limbo en el que desaparece el pasado, se borra la memoria. Allí no hay sentimiento de culpa  y varios protagonistas, no solo los desaparecidos, tienen algo de qué avergonzarse."Aquí no soy culpable de nada", dice Simon que en el mundo real se considera responsable de la muerte en la cuna de su hija de siete meses.

El jardín ha sido construido por Zenna para asegurarse la inmortalidad, pero pacta la destrucción del vergel y la liberación de los desaparecidos con la misteriosa doctora Iris Marinus. Lo que sigue no resulta de muy fácil comprensión. Toby vuelve a  su casa, atrapado en el interior del cuerpo de Zenna. La obra acaba como empieza, con unas imágenes de un descenso en paracaidas. Pero tampoco cabe alarmarse demasiado. A fin de cuentas, tampoco la trama de muchas óperas convencionales resulta muy comprensible.

Además de autor de la música, Van der Aa firma la puesta en escena y la película en 3D. La ópera tiene a su favor una historia sobre la culpa y su negación, y una partitura rica formada por elementos muy variados. El resultado del ensamblaje entre la música producida en el foso con los instrumentos tradicionales y el sintetizador, y entre las imágenes reales y las cinematográficas fue impecable en la representación del día 20. Lo que resultaba muy mejorable era la dirección de actores.

Coproducida entre la Opéra de Lyon, la English National Opera y el Toronto Festival, 'Sunken Garden' fue estrenada en el Barbican de Londres en el 2013. En Lyon el reparto era el mismo que la estrenó hace dos años. Roderick Williams (Kramer), Khatherine Manley (Zenna), Claron McFadden (Dr. Marinus) en el escenario, y Jonathan McGovern (Vines) y la cantante pop australiana Kate Miller-Heidke (Amber), en la película, dieron vida a los personajes. Etienne Siebens dirigía la orquesta de la ópera lionesa.

Tras su estreno en Londres, el célebre crítico Norman Lebrecht saludó la obra de Van der Aa como la primera ópera genuinamente del siglo XXI, "como una proyección de lo que debe ser la ópera". El tiempo dirá si acierta. Lo que sí es seguro es que las nuevas tecnologías audiovisuales abren también en el terreno de la ópera, y no solo en el terreno de la puesta en escena, un futuro insospechado que irá mucho más allá de las estupendas imágenes de Bill Viola, por ejemplo.

Las representaciones de 'Sunken Garden' han tenido lugar en el Teatro Nacional Popular, de Villeurbanne, una ciudad del área metropolitana lionesa de larga tradición obrera, con la particularidad de que su centro urbano --donde está el teatro, frente al Ayuntamiento-- fue construido en los años 20 del pasado siglo en el más puro estilo Art Deco.

El próximo 'jardín misterioso' será el de los campos elíseos de 'Orfeo ed Euridice', de Christoph Willibald Gluck.