La rueda

Los comicios de la redistribución

En Andalucía sigue la vieja política donde la corrupción no resta y la oposición no suma

ESPERANZA GARCÍA

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¿Más es menos? Todo depende, dirán algunos, de los resultados. Andalucía votó el domingo apostando por más y el resultado fue menos. Menos, ¿en qué? Permítanme que aparte del debate a los diferentes partidos que han obtenido representación, analizados ya tras el escrutinio definitivo y la resaca electoral posterior.

Más y mejor democracia es la que consigue sumar más participación de la ciudadanía, más ilusión y mayor compromiso de servicio público. Este domingo en Andalucía el censo electoral contaba con 250.000 personas más con derecho a voto, a diferencia del 2012. Viendo los resultados sorprende que la participación no haya crecido apenas, pese a que se presentaran partidos que revolucionaron las europeas: Podemos y Ciutadans. La abstención ha vuelto a ser la ganadora de unas elecciones con un 36% en la comunidad que tiene una tasa de paro del 34% (diez puntos sobre la media española), con la menor inversión sanitaria por habitante y con la tasa de abandono escolar más elocuente de España, un 28%. Si a eso le añadimos los casos de corrupción institucional de los ERE, que afectan a dos expresidentes (Chaves y Griñán), a la exministra Magdalena Álvarez y a cinco consejeros de la Junta, todo parecía indicar que la participación sería masiva en una comunidad donde en 1996 llegó a votar el 78% del censo o el 73% en las últimas de Chaves. Pero no ha sido así. No sin pesar creo que han sido unas elecciones redistributivas. La redistribución del castigo, la desilusión y el clientelismo. La pauta de consumo solo ha cambiado de marcas y sigue presente la vieja política, esa donde la corrupción no resta y donde la oposición no suma. La nueva política, -la que propone, arriesga, suma y apuesta por el interés general- está aún por llegar.