La rueda

¿Vamos a la cama?

FRANCESC ESCRIBANO

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Ana Mato dijo hace unos meses, cuando era ministra, que vamos a dormir demasiado tarde por culpa de la tele. Por tanto, y por el bien de la salud física y mental de los españoles, pidió a las televisiones privadas que avanzaran entre 30 y 60 minutos su 'prime time'. Como ocurre habitualmente con este sector, no le hicieron ni caso. Pues bien, ahora que pensaba que todos se habían olvidado de la petición, resulta que TVE ha anunciado que adelantará 15 minutos la programación para contribuir a la mejora de la conciliación familiar. No creo que la exministra pueda cantar victoria, los canales públicos son los menos problemáticos en la materia, especialmente TV-3, un caso aparte.

Basta repasar la programación nocturna de las diferentes cadenas privadas para comprobar que la mayoría de los programas de 'prime time' empiezan entre las 22.30 y las 23.15. Un horario que se ha ido retrasando cada vez más y que, encima, cada vez es más impuntual. Los incumplimientos de las privadas en relación al horario que ellas mismas anuncian cada noche es constante y sistemático, entre 10 y 20 minutos de diferencia. Esto es así porque la decisión de cuándo comenzar la suelen tomar el mismo día en función de la programación de la competencia y de la elección del mejor momento para ubicar los bloques publicitarios. También lo hacen, cómo no, para que el público parece haberse acostumbrado a esta impuntualidad y no la penaliza en absoluto.

Pero para hacernos una idea de hasta qué punto han cambiado los horarios nocturnos televisivos basta recordar aquellos famosos dibujos de la familia Telerín que marcaban la hora de ir a dormir a los niños de las décadas de los años 60 y 70. ¿Saben a qué hora los pasaban? ¡A las ocho y media! Que se lo expliquen al cerca del millón de niños que, según los audímetros, están ante la tele cada día entre las diez y las doce de la noche.