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JOAN HERRERA / DOLORS CAMATS

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Soberanía significa tener libertad para decidir, y para decidir todo, ante el Estado y ante los mercados. Esta es la esencia de una democracia, en definitiva, imposible sin derechos sociales y laborales, justicia social y el ejercicio del derecho a decidir la relación con el Estado.

El debate, por tanto, afecta a las relaciones entre Catalunya y el Estado. Pero va mucho más allá. Solo hay que ver la pugna por la soberanía --para la democracia-- que está liderando el nuevo Gobierno griego.

Este viernes y sábado, ICV celebra su Convención Nacional con este objetivo. Llevamos ya siete años de durísima crisis económica y aún más duras políticas de austeridad que han provocado una situación de emergencia social y colapso democrático. Durante todo este tiempo ICV ha sido punta de lanza a la hora de denunciar la estafa de la crisis y el engaño de las medidas que se han aplicado, disfrazadas de reformas, pero que no han sido más que recortes de nuestras mismas vidas.

Igualmente firmes hemos estado con la defensa del derecho a decidir. Lo hemos promovido en el Parlamento y en la calle. Hemos conseguido el apoyo de fuerzas del Estado (IU), de Europa (Los Verdes Europeos) y de la izquierda latinoamérica (Foro de Sao Paulo). Lo hemos hecho por convicción democrática y porque estamos convencidos de que el autogobierno de Catalunya es una herramienta esencial para el progreso social y ecológico de nuestro país.

Nos gusta hablar de democracia y soberanía sin hacer trampas. Y no nos gustan los que las hacen, llenándose la boca de independencia y de crear estructuras de estado, mientras degradan o se venden las que ya tenemos: salud y educación públicas, infraestructuras básicas como el agua.

La Catalunya autonómica forma parte del pasado. En este sentido, tanto la libre federación, confederación o la independencia implica necesariamente una negociación con el Estado. Y nosotros apostamos por lo que creemos sería el encaje óptimo, conscientes de que hoy, en un mundo globalizado y dentro de la UE, la soberanía se puede ejercer con mayor eficacia en niveles diferentes. Por eso apostamos por un pacto con el Estado, sí, pero de igual a igual.

Y es a partir de este planteamiento que presentamos una propuesta propia, clara y diferenciada. Queremos que Catalunya se convierta en un Estado libre vinculado políticamente a España a partir de tres premisas: el reconocimiento pleno de su plurinacionalidad y plurilingüismo con un reconocimiento singular y específico de Catalunya, y que sea Catalunya, libremente, quien decida qué competencias cede por razones de eficiencia y solidaridad; y la creación de una hacienda propia que permita financiar la política social y ecológica que necesitamos.

Queremos que Catalunya se convierta en un Estado libre vinculado políticamente a España a partir de tres premisas: el reconocimiento pleno de su plurinacionalidad y plurilingüismo, que Catalunya decida qué competencias cede por razones de eficiencia y solidaridad; y la creación de una hacienda para financiar la política social y ecológica

Y esto solo se puede hacer de una manera: con plenas garantías democráticas. Ni la radicalidad democrática, ni las mayorías ajustadas que existen en el país, ni el contexto internacional permiten otro camino. Por eso seguimos defendiendo un referéndum que no puede ser sustituido ni por la imposición del Estado, ni por falsos atajos plebiscitarios. Catalunya será lo que decida su ciudadanía.

Y a la vez proclamamos que los retos urgentes de Catalunya son más y van más allá. Por eso queremos abrir un proceso constituyente, para cambiar el rumbo de nuestro país, en Catalunya y en España. Durante estos años hemos comprobado como la derecha catalana y española se unían para aplicar los mismos recortes. Echar a PP y CiU de los respectivos gobiernos debería ser una prioridad para todas las fuerzas progresistas. Para nosotros lo es. Sólo así podremos construir una verdadera alternativa. Por eso apostamos por la articulación de un frente de fuerzas políticas y sociales de izquierdas que pueda ser mayoritario, competir y ganar las elecciones.

Ganar para cambiar las políticas. Queremos pasar de la economía de la especulación, de la explotación laboral y del territorio, en una economía social y verde y del conocimiento. Queremos soberanía energética y alimentaria. Queremos empleo de calidad. Necesitamos, es urgente y es posible, un plan de rescate social que asegure lo más básico: un hogar, agua, luz y calefacción, y una renta mínima garantizada. Queremos fortalecer los servicios públicos: la salud, la educación y los servicios sociales y la ayuda a la dependencia. Y queremos una democracia plena en la que la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas sean prácticas cotidianas.

Vivimos un momento de efervescencia. Se respira ilusión de cambio, es extraordinario. No será fácil, pero podemos hacerlo realidad. Y ICV será una pieza clave avalada por la lucha en la calle, el combate en la oposición, la fiabilidad en la propuesta de alternativas y la experiencia en gobiernos de proximidad.

Ante la situación de emergencia que vivimos hacemos esta Convención Nacional con el objetivo de preparar un proceso de cambio que debe suponer el próximo ciclo electoral. En mayo tenemos municipales, en septiembre catalanas y a finales de año generales. Este debe ser el proceso en el que expulsemos a los gobiernos de la austeridad de nuestros ayuntamientos, de la Generalitat y de La Moncloa. Para construir una alternativa real tan social como nacional y construir un país más justo, limpio y libre.