Al contrataque
En femenino
¿Acaso a un hombre se le pregunta cómo lleva la conciliación entre su vida personal y laboral?
Sandra Barneda
Periodista y escritora
SANDRA BARNEDA
El pasado lunes, millones de personas se estremecieron al escuchar las palabras que Patricia Arquette pronunció sobre la igualdad de género en el escenario del teatro Dolby de Los Ángeles con el tío Oscar entre las manos. Críticas y elogios le cayeron a la misma velocidad. Las redes sociales, sin distancia temporal, tardaron pocos segundos en estar on fire para catapultar a Arquette al olimpo o al más profundo infierno. Sus palabras dieron la vuelta al mundo y los medios decidieron darle el titular de la noticia. La pena es que a algunos su análisis les lleve a situar el acto de la actriz en una moda o en un discurso desafortunado porque colocó la lucha de la igualdad para todos sin distinción de raza u orientación sexual. ¿Han servido tales apreciaciones para desacreditar la acción de Arquette o ponerla en cuarentena? Seguramente muchos se dieron por satisfechos. Cierto es que sus palabras no han cambiado el mundo, pero para hallar el camino hay que echarse a andar, y ella, como muchas otras mujeres, ha dejado el concepto feminista y ha pasado a la acción en femenino.
Una de las mujeres más respetadas, Meryl Streep -la reina del celuloide americano-, saltó de su butaca para aplaudir y vitorear el gesto de su colega. Fue otra imagen; la de una mujer efusiva respaldando a la mujer que acababa de ganarle la partida llevándose el Oscar... Más allá de la competición, se situó la hermandad en la acción de dejar de ser menos y comenzar a ser iguales. Decir «no soy feminista porque amo a los hombres» es no entender ni media letra de la palabra. Es permitir que el discurso invasivo masculino impida el desarrollo pleno de los derechos de la mujer. ¿Acaso a un hombre se le pregunta cómo lleva la conciliación entre su vida personal y laboral? ¿Acaso el mal humor en ellos se relaciona con la frecuencia que practican sexo?
Convivir en igualdad
Podría seguir una interminable lista de cientos de «¿acaso...?» De límites impuestos, de culpas por desear convivir en igualdad. Prefiero centrarme en la acción en femenino y recordar que no hay un camino para ser y desarrollarse como mujer, porque no se es menos ni más por el género, y poder pronunciar sin miedo -como Beyoncé- la palabra feminista sin que me tiemble la voz y me nazca el orgullo y no la culpa. René Whitherspoon con su «somos más que nuestros vestidos»; Emma Watson insistiendo con su HeforShe o Cate Blanchett preguntando «¿eso también se lo hacéis a los tíos?» después de ser recorrida de pies a cabeza por una cámara...
Todas ellas actuaron en femenino dentro de una realidad de supremacía masculina; en una industria/mundo que escribe y describe a la mujer para que sea imagen del hombre sin importarle perderse esa apreciada otra mitad de la realidad: la mujer.
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