La rueda

La ley del silencio de Jordi Pujol

ESPERANZA GARCÍA

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Jordi Pujol Soley compareció en la mañana de ayer, antes de su cita en el Parlament, para anunciar que se marcaría un 'Millet'. Eso anunciaba instantes antes de comparecer ante la comisión de investigación del fraude. Es decir, que no pensaba contestar a ninguna pregunta de los diputados que representan al poble català. Ese por el que lo hizo todo, hasta incluso engañarlo durante 30 años defraudando a la hacienda pública, pero sobre todo a todos aquellos que confiaron en él como un hombre de ley. El engaño viene de atrás, antes de ser candidato a president, pero se extendió a lo largo del tiempo en sospechosas fortunas amasadas por su familia, imputados por blanqueo de capitales y fraude fiscal.

No voy a ser yo, abogada de profesión, quien niegue a un imputado acogerse a su derecho a no declarar. ¡Faltaría! Para ser sinceros esperaba que sus hijos y su esposa, Marta Ferrusola, hicieran uso del derecho, pero no que un exmolt honorable president de la Generalitat hiciera un mutis por el foro frente al Parlament. Parece que una vez se sentó en la mesa frente al micro decidió dar alguna que otra respuesta, sin sentido alguno, en las que reiteraba su carta de confesión del 26 de julio, su declaración en sede judicial y su comparecencia de hace seis meses. Aliñado, como no podía ser de otra manera, de algún que otro desprecio a los diputados.

El escritor portugués José Saramago dijo en una ocasión que el secreto de su juventud (no la física, sino la mental) residía en que el paso del tiempo no le había hecho mermar su capacidad de sorpresa y su curiosidad. ¿Saben que he descubierto que debo mantenerme muy joven? No me acostumbro a la obscenidad y el cinismo, y menos en ámbito político. Así no deja de asombrarme como ayer, Jordi Pujol Soley dijo: «Siempre he procurado ser estricto en mis relaciones con Hacienda».