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Las propias reglas

Es preciso un ensayo riguroso sobre los efectos psicológicos de la menstruación

LLUCIA RAMIS

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Echo en falta un ensayo riguroso sobre los efectos psicológicos de la menstruación. Salvo el «periódico» que, según Tito, tenía Bea en Verano azul, y la absurda teoría por la que Freud relacionaba la irritabilidad femenina con una envidia del pene, se trata poco un tema que explica muchas cosas.

No es solo por el repudio que, a lo largo de la historia, ha recibido la mujer cuando está en «esos días» (expresión que no deben utilizar los hombres si no quieren ser tachados de machistas). Como todo lo que tiene que ver con ciertos fenómenos fisiológicos, hablar de ello es complicado; recordemos esos anuncios que se cuestionaban a qué huelen las nubes. Hay quien aún la llama Tía Rosa, y otras se explayan en su descripción. Unas se ponen tristes, y otras se alegran de no estar embarazadas.

El libro desvelaría por qué algunas nos volvemos locas. Personalmente, podría declarar una guerra mundial mientras lloro con un espot de Eurodisney (nada que no haría Kim Jong-un, por otra parte). Lo peor no es la ansiedad y el insomnio. El peligro es creer que estás más cuerda que nunca. Posees una clarividencia absoluta aunque veas fantasmas. No dura más de un día, pero cuando te das cuenta hay que arreglar el desastre. No en vano, el síndrome premenstrual puede ser un atenuante.

Entiendo que sea tabú. ¿Qué pasaría si una alta dirigente tomara una decisión errónea por un altibajo hormonal? Bueno, nosotras tenemos ese altibajo una vez al mes, y los hombres unos cuantos cada día, a otra escala. Además, somos conscientes de nuestra enajenación transitoria. Sabemos cuándo sucederá y, más o menos, aprendemos a controlarla.

Por eso quiero un ensayo riguroso sobre el tema. Para que deje de ser un chisme de chicas y un arma en la guerra entre sexos. No sería un justificante, sino una explicación. Todos nos entenderíamos mejor si normalizáramos y verbalizáramos las emociones. Basta de falsas liberaciones y 50 sombras de Grey. Un relato psicológico sobre la regla sí que sería revolucionario.