Editorial

La tarea de los deberes escolares

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Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) vuelve a poner sobre la pizarra el papel de los deberes escolares en la formación académica, en el sentido de que contribuyen a ampliar las diferencias entre alumnos según su nivel socioeconómico. Mientras en países como Francia la tarea fuera del horario escolar está incluso regulada por ley, en España ni el Gobierno ni la Generalitat han dictado normativa alguna sobre la materia. De hecho, son los propios centros quienes la planifican de forma autónoma a través del claustro de profesores.

Es de suponer que la renovación pedagógica, por mal que sitúe a España el Informe PISA que evalúa cada año los sistemas educativos del mundo, ha dejado atrás los tiempos en que los deberes -palabra de connotación inequívoca- consistían en los ejercicios 4 y 5 de la página 60 del libro de Matemáticas. La idea del refuerzo y consolidación de lo explicado en clase y, a la vez, la ayuda al fomento de la responsabilidad del alumno deben ser los objetivos. Sirven también para que la implicación de los padres en la educación de sus hijos sea activa, y no en el sentido de ejercer de profesor en casa que ayude a resolver -si es capaz- complejos problemas académicos. Ni tampoco en el de buscar (con un gasto extra) casi de forma obligatoria formación complementaria fuera de la escuela.

Los deberes escolares deberían ser el resultado de la coordinación entre docente, alumno y familia. Definidos por la calidad y no por la cantidad, nunca pueden convertirse en una carga extenuante para quien tiene que hacerlos ni para quien ha de estar al tanto. Los padres tutelan, no resuelven, porque el niño ha de asumir las tareas. En caso contrario, no cumplirían su función pedagógica. Al estudiante se le ha de incentivar asimismo para que sea capaz de forma autónoma de distribuir su tiempo entre el estudio, la lectura, los juegos o prácticas deportivas, el consumo de televisión o el uso lúdico de internet, si tiene ordenador en casa.

Una forma de que el alumno aprenda a organizarse, ya desde la primaria, es por ejemplo la planificación semanal de esos ejercicios por parte de los centros. De esa planificación deben ser informados los padres, que sí se encargan a través de las AMPA de organizar las actividades extraescolares de carácter más lúdico y, eso sí, voluntario.