Al contrataque

El amor mola

SANDRA BARNEDA

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No puedo dejar de liberar oxitocina al ver que al fin un gran centro comercial se ha unido al movimiento progresista de que el amor mola más allá de sexos y de edades. En su campaña de San Valentín, por primera vez se incluye el amor homosexual. ¡Al fin se han decidido! Aunque sea por el bien del consumo, han liberado ese amor de las galeras y lo han llevado a la superficie, provocando una marea de reacciones y un éxito rotundo de la campaña. Son cuatro cortometrajes, uno de ellos dedicado también a los flechazos de Cupido en la tercera edad. Por eso he decidido unirme a la frivolidad y hablar de una fiesta en la que los españoles soltarán una media de 75 euros para celebrarla. Hay para todos, incluso para los renegados o despechados. En Nueva York, el Zoo del Bronx te invita a que por diez dólares le pongas a una cucaracha el nombre de tu expareja o de tu suegra y colabores a la protección de la vida salvaje.

Para venganza, la de ponerle de nombre FEA a la hormona responsable del amor a primera vista. Tanta tinta de poetas malgastada, para que la ciencia se cargue de un plumazo el romanticismo. ¿FEA? ¿Acaso no había otro nombre para bautizar a la bendita responsable de que la energía se te desborde, sientas placer, optimismo y excitación, idealices a la persona y solo de pensar en ella se te acelere el metabolismo? En realidad, su nombre impronunciable es feniletilamina, pero seguro que quien la descubrió sufría de desamor o amor no correspondido y prefirió llamarla FEA como castigo por sus pesares. Incluso se han inventado un rival de Cupido: San Zenón, que celebra la soltería con bacanales organizadas para sentirse acompañado.

Cruce de flechas

Motivos no nos sobran para mirar el lado superfluo de la fecha, incluso darle la espalda, pero prefiero unirme al club y, por unos días, vivir contaminada, sentir que floto, que el estómago se me cierra y paso parte del tiempo con un pensamiento obsesivo y una sonrisa bobalicona. Me acompañe o no Cupido, prefiero hacerle un lugar y dejarme seducir por su cruce de flechas, aparcando otras, envenenadas, de las que por desgracia no dejamos de hablar. Me consuela saber que no estoy sola. Que me acompañarán los nueve millones de dueños de mascotas que este San Valentín recibirán un regalo o los mil millones de personas que decidieron mandar una postal de amor como símbolo de la cursilería más poderosa. O los cientos de miles que, en pareja o no, rendirán su particular homenaje acudiendo a ver la primera parte de Cincuenta sombras de Grey, que se estrena mundialmente en los cines esta semana. ¡Únete al club! Sea compartido o en solitario, superfluo o profundo, pasajero o perenne, por consumo o por la tontería... ¡el amor mola!