Núñez se queda sin indulto

albert
Sáez

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Si Josep Lluís Núñez no hubiera dedicado miles de euros a pagar un abogado especializado en dilatar los procesos, hoy estaría en la calle. Pero, no. No solo quiso evitar pagar impuestos sino que cuando le pillaron hizo todo lo posible para eludir el juicio y la cárcel. Ahora es un viejecillo que pretende dar pena pero hoy la sociedad reclama venganza para tratar de compensar  décadas de impunidad. El Supremo se opone a la petición de indulto. El círculo vicioso de la casta ha saltado por los aires. La táctica siempre era la misma. Aguantar el chaparrón mediático al inicio del proceso, contratar a un abogado especializado en dilatarlo, retrasar todo lo posible la condena y obtener un discreto indulto que raramente pasaba de ser un breve en los diarios.

Casi nadie recuerda ya quién es y quien fue Josep Lluís Núñez. Dos de cada tres catalanes dirían que se llama Núñez y Navarro, como muchos edificios, párquings y hoteles de la ciudad. Menos recordarían que fue presidente del Barça, un cargo que ocupó durante 22 años, casi los mismos Pujol, otro evasor, ocupó la Generalitat. Era casta en estado puro y duro y desde el palco del Barça hizo y deshizo negocios que en buena parte quedaron al margen  del fisco.

Neonuñismo

Núñez, pues, es víctima de su manera de obrar, es víctima de si mismo. Como bien ha recordado el Tribunal Supremo, la honorabilidad que tuvo durante años se fue al traste por sus delitos y ahora nadie admite que se le perdonen. Si los hubiera reconocido, si hubiera colaborado lealmente con la justicia, la condena se habría conocido cuando todavía colaban los indultos. Ahora es tarde.

Lo más paradójico del asunto es que la estancia de Núñez en la cárcel coincida en el tiempo con el auge de su estilo en la dirección del Fútbol Club BarcelonaNúñez fue el rey del victimismo para esconder tras medias verdades sus cambalaches que trasladó miméticamente desde sus negocios al club. Las actas de Hacienda por ocultar al fisco una parte del salario de los jugadores en forma de derechos de imagen no distan mucho de la investigación del juez Ruz sobre Neymar. Cierta casta se reproduce.