La rueda

Una Europa más amable con el sur

Una lección de la victoria de Syriza es que los euroburócratas deben ceder protagonismo a políticos con cintura

SAÜL GORDILLO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A los gobiernos se les concedía cien días de gracia antes de lanzarles una oposición feroz. En el caso griego, todo va tan rápido que parece que más que cien días el margen de cortesía se haya reducido a cien horas. Hay dos imágenes de los primeros compases del Ejecutivo de Syriza que han marcado el foco mediático. Una es la del tenso encuentro entre Yanis Varufakis, ministro heleno de Finanzas, con el jefe del Eurogrupo, el laborista holandés Jeroen Dijsselbloem. El holandés, arisco e incómodo, ante el profesor universitario convertido en el ya famoso ministro que deberá lidiar con los acreedores. La otra imagen es la del presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, en su encuentro con el flamante primer ministro. Es la foto del alemán bromeando con Alexis Tsipras por no llevar corbata, ambos sonriendo.

Dos imágenes que dan la dimensión del dilema actual. La victoria de Syriza y el efecto contagio en España merecen una reflexión en Bruselas y Berlín. El sur, acorralado, pierde el miedo al dictado europeo y sus hombres de negro. Ante un deseo ciudadano de más soberanía en Grecia y España, la intransigencia, inflexibilidad e incluso impotencia del jefe del Eurogrupo forman parte de una Europa poco seductora que tiene instituciones con enormes problemas de acción y comunicación. Si esta Europa rígida y hermética no reconecta con la voluntad democrática de los países del sur, si no muestra una cara amable -más Schulz y menos Dijsselbloem-, la ultraderecha y el antieuropeísmo se frotarán las manos. Una lección de la victoria de Syriza y de las manifestaciones en Madrid y Barcelona es que los euroburócratas deben dejar de fruncir el ceño y ceder protagonismo a políticos con cintura.