Editorial

Las maniobras de Susana Díaz

Avanzar elecciones para dar estabilidad a la Junta tiene sentido; hacerlo por la batalla interna del PSOE, no tanto

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Parecía hasta hace muy poco que Catalunya era firme candidata a abrir este prolijo año electoral, y resulta que la ruleta apunta ahora hacia Andalucía. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha enviado señales de que adelantará las elecciones autonómicas al afirmar que no existe "estabilidad en el Gobierno", por sus discrepancias con Izquierda Unida, corresponsable en el Ejecutivo desde que en el 2012 el PSOE retuvo la plaza pese a perder frente al PP. Si la fecha electoral en Catalunya dependía de que los dos socios independentistas se pusieran de acuerdo en la fórmula de las listas para ir a unos comicios que pretenden sustituir a un referéndum, el caso andaluz es más clásico. Por un lado Díaz se siente incómoda con un socio que acentúa su perfil más de izquierdas ante la eventual competencia de Podemos. Por otro ha de medir los tiempos para una arriesgada jugada dentro de las propias filas socialistas. Se trataría de salir reforzada del envite –Díaz no ha ganado unas elecciones, ya que sustituyó a José Antonio Griñán a medio mandato– para afrontar posteriormente la disputa a Pedro Sánchez de la candidatura a la Moncloa.

Esta segunda apuesta, caso de confirmarse la hipótesis, es mucho menos justificable que la primera. Aprovechar las autonómicas como palanca para una batalla interna con el secretario general del partido no contribuiría a que los ciudadanos vuelvan a confiar en la política. Ganar y abandonar el cargo al cabo de unos meses no es, precisamente, lo que debería entenderse con asumir un compromiso con los electores. Uno puede adelantar unas elecciones si cree que no puede seguir gobernando, pero hacerlo por cálculo de una batalla interna es más que discutible. Además, con unas municipales y autonómicas muy disputadas, pretender hacer sombra al secretario general no parece lo más razonable para reforzar el partido.

La presidenta andaluza tiene ante sí una magnífica oportunidad para legitimar su liderazgo en las urnas y, si el resultado la acompaña, cumplimentar un mandato completo al servicio de los andaluces. Por edad y capacidad de entrega, tiempo tiene por delante para plantearse mayores desafíos de orden orgánico. Es la hora de recobrar la confianza de los ciudadanos en la clase política, no de reeditar antiguas maniobras que puedan generar más frustración a los electores.