Una alternativa a la judicialización excesiva

Apostemos por la mediación

Seguimos anclados en la creencia de que la resolución de conflictos pasa por encontrar un culpable

CONNIE CAPDEVILA

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Hoy se celebra el Día Europeo de la Mediación, 17 años después de que el Consejo de Europa aprobara su primer texto dedicado a esta materia. En él se reconocía el claro aumento de los conflictos familiares que acababan ante la justicia, con su elevado coste social y económico, así como la necesidad de proteger los intereses y bienestar de los menores. Recomendaba a los gobiernos tomar las medidas necesarias para promover la mediación familiar. Recientemente, algunas instituciones en diversas comunidades autónomas aprovechan la jornada para difundir los beneficios de esta vía, herramienta fundamental para la resolución de conflictos como alternativa a los tribunales. Y no solo en terreno familiar, sino comunitario, escolar, sanitario, penal, etcétera. Seguimos lejos de una situación ideal, de saber aprovechar sus múltiples ventajas.

Meses atrás, un estudio encargado por el propio Parlamento Europeo para comprobar la implementación de la mediación en los 28 estados miembros desvelaba, como principal conclusión, que aún queda largo trecho por recorrer. Se habla incluso de la «paradoja de la mediación en la UE». A pesar de sus beneficios probados en aspectos civiles y comerciales, el número de actuaciones realizadas supone menos del 1% en el total de conflictos. Salvo Italia, que reporta más de 200.000 mediaciones anuales, seguida de Alemania, Holanda y Reino Unido, la mayoría de países siguen sin superar las 500. España fluctúa entre 500 y 2.000 anuales. ¿El secreto de Italia? Antes de interponer la demanda, en algunos casos, es obligatorio asistir a una sesión de mediación gratuita.

El citado estudio sugiere que, para acercarse a la aún lejana situación ideal, los estados marquen un número de mediaciones como objetivo y se implemente un modelo de mediación obligatoria «mitigada» para algunos casos en el que se permita a las partes en conflicto la opción de renunciar tras probar esta alternativa. Por supuesto, resulta imprescindible que los propios ciudadanos conozcan sus derechos y sean informados sobre la mediación. Queda claro que la mediación ahorra tiempo, dinero, tensiones, fomenta el grado de satisfacción y también, de protagonismo de los propios interesados en la búsqueda de soluciones efectivas a sus problemas.

Hasta hoy, seguimos anclados en la creencia de que la resolución de conflictos pasa por hallar un culpable y reparar al que parece más inocente. Uno gana y el otro pierde, sin más. Y, peor aún, esperamos que nos den la solución, delegamos en un juez aunque no conozca nuestra realidad y se limite a aplicar las leyes, sean justas o no, sin pensar si darán respuesta a las necesidades. Estamos acostumbrados a un modelo punitivo de resolución de conflictos con poco énfasis en la reparación de relaciones o la participación de las personas afectadas a la hora de conseguir acuerdos positivos para todos. Los magistrados dictan sentencia y, demasiado a menudo, una de las partes no queda conforme, presenta recurso y se corre el riesgo de eternizar la disputa. Los propios jueces reconocen que sería preferible y recomendable resolver algunos tipos de conflicto con fórmulas alternativas. Además, los acuerdos alcanzados con la mediación muestran un mayor grado de cumplimiento que las sentencias judiciales.

La figura del mediador es útil cuando las personas involucradas deben continuar su relación al compartir, imaginemos, responsabilidades parentales, por ser familiares, compañeros de trabajo o escuela, o vecinos. La mediación busca la satisfacción de las partes, las convierte en corresponsables en la consecución de una solución dialogada. Y, aunque no lleguen a acuerdos, reduce la tensión.

El Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya fue pionero en este sector. En 1996 creó la sección de alternativas de resolución de conflictos y actualmente apuesta por implementar la figura del coordinador de parentalidad en las separaciones de alta conflictividad cuando la mediación no es suficiente. Esta semana mantendrá abiertos puntos de información en sus sedes. Con el auge de los programas de formación y el arduo trabajo realizado, igual contaremos pronto -quede con ironía- con más profesionales bien formados en mediación que casos o usuarios. En EEUU, donde nació hace ya 50 años, se ofrece de forma gratuita en los juzgados y, en algunos estados, existe la obligación de asistir a unas sesiones o un curso de gestión de conflictos antes de acudir a juicio. Es hora de superar esta situación de punto muerto y apostar por estrategias de gestión de conflictos que devuelvan la responsabilidad al ciudadano, sin esperar que sea la gran panacea para resolver problemas de la justicia.