Las elecciones griegas del 25-E
Salvemos la democracia europea
Si gana Syriza quizá las alarmas, esta vez sí, produzcan una reacción y un cambio de política en la UE
Carlos Carnicero Urabayen
Periodista.
CARLOS CARNICERO URABAYEN
Quizá hacía falta que Thomas Piketty, la voz económica más influyente hoy en día, reconociera que la emergencia de los partidos antiausteridad en el sur de Europa - Podemos en España y Syriza en Grecia - es una buena noticia. ¿Qué alternativa ha dejado esta Unión Europea a los ciudadanos si los partidos tradicionales no son capaces de producir un giro que mejore su suerte?
Sobre Syriza, favorita para ganar las elecciones anticipadas que se celebrarán en Grecia este domingo, Piketty ha admitido que algunas de sus propuestas no son tan claras. «Pero tienes que apoyarles porque quieren construir una Europa democrática, que es lo que necesitamos todos». Tras más de siete años de crisis europea, sería sorprendente que el voto en un país de 11 millones mejorase la salud democrática de la Unión y viéramos, por fin, un cambio. Hay, no obstante, algunos ingredientes esperanzadores.
Puedes obligar a tu perro a que duerma a la intemperie, aunque nieve, pero no puedes evitar que el día que tú no estés trate de entrar por una ventana a resguardarse del frío. El 25-E, ni Merkel ni los famosos 'hombres de negro' podrán condicionar que cada griego vote en conciencia cómo mejorar la deriva de su país. Hasta ahora, la opinión del electorado alemán ha condicionado más su política económica que sus propias preferencias políticas. Son cosas de esta UE: quien paga, manda. Aun a costa de poner en riesgo el proyecto integrador europeo y la dignidad de la parte más débil.
El país más impagador de deuda del siglo XX
Paradójicamente, a los griegos les han empujado a abrazar a Syriza todos quienes ahora temen su victoria. Comenzando por Angela Merkel, cancillera del país más impagador de deuda de todo el siglo XX y ahora principal (e implacable) acreedor de la deuda griega. Como explicaba el economista alemán Albrecht Ritschl en una entrevista en 'Spiegel', el colapso de la economía alemana en 1931, terminó con la condonación de su deuda (por parte de Estados Unidos). De forma similar, tras la segunda guerra mundial, la mayoría de países (incluidos los que sufrieron su ocupación, como Grecia por ejemplo) renunciaron a las reparaciones que les correspondían.
La lógica de no acogotar entonces a Alemania debiera haber operado ahora en favor de los griegos. ¿No hubo, a fin de cuentas, responsabilidades compartidas, sobre todo de bancos alemanes y franceses, en el 'boom' crediticio que terminó colapsando las finanzas griegas? En la fiesta helena rompieron también platos muchos de los que hoy exhiben gran superioridad moral. Mediante el soborno de algunos funcionarios, a Grecia le vendieron hasta tanques y aviones de combate, aunque compradores y vendedores sabían que nunca serían usados.
La Comisión Europea, estos días de terapia ante la posibilidad de que gane Syriza, también ha contribuido notablemente a su ventaja en las encuestas, diseñando un plan de rescate con un ritmo de devolución de la deuda que ha ahogado a los griegos, sin ningún plan de choque social como complemento. Pero sobre todo ha tutelado paternalmente su democracia hasta el límite de humillarla. El Parlamento Europeo, única institución elegida directamente por los ciudadanos, podría haber jugado un papel legitimador, para fiscalizar a la troika y ofrecer una solución griega más equilibrada, pero fue marginado del proceso.
Selección en la suite del hotel
Una anécdota. En un excelente reportaje de investigación en el 'Financial Times', Peter Spiegel relató cómo surgió el nombre del sucesor del primer ministro Papandreu en el 2011. En plena cumbre del G-20 en Cannes, el entonces presidente de la Comisión, Durao Barroso, rodeado de su equipo más cercano, se refugió en su suite del Hotel Majestic para hacer unas llamadas y seleccionar el nombre de quien poco después se convertiría en primer ministro: Lucas Papademos.
Si gana Syriza, quizá las alarmas, esta vez sí, produzcan una reacción en Europa. Si no te gustan los extremos cambia de política para que no florezcan. Hay muchos otros populistas, pero de corte xenófobo, que viven también sus días de gloria. Urge un plan de choque.
Los griegos quieren permanecer en el euro, pero su deuda pública ha alcanzado el 178% de su PIB. Están dispuestos a seguir haciendo esfuerzos -hay datos esperanzadores, como su crecimiento del 1% o su primer superávit (sin contar intereses)- pero no a costa de seguir perdiendo su dignidad.
Mariano Rajoy, en su mitin ateniense de apoyo al primer ministro Antonis Samaras, dijo que lo que los griegos y españoles necesitan es estabilidad. Pero, ¿qué clase de estabilidad tienen quienes han perdido su trabajo, están pasando hambre o tienen a sus hijos malnutridos? No son pocos en Grecia y el día 25 tratarán de decir: ¡Basta!
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