OPINIÓN

Obsesionados con la deflación

EDUARDO MARTÍNEZ ABASCAL

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La inflación del mes de diciembre del 2014 ha sido del -1,1% interanual. Es el sexto mes consecutivo con inflación negativa. En la zona euro ha ocurrido lo mismo, inflación negativa del 0,2%. Y esto ha hecho saltar todo tipo de alarmas entre economistas y medios de comunicación sobre la deflación que viene y sus terribles consecuencias. Mientras, el ciudadano queda confuso, pues con su sentido común piensa que ya le viene bien que los precios bajen (y más si lo hace también su salario), y no entiende porque es tan malo eso de la deflación. Intentaré explicarlo.

Según la teoría económica una bajada de precios continuada (deflación) sería mala, porque indicaría que la gente no compra, y las empresas se ven obligadas a bajar precios para vender; al bajar precios ganan menos o incluso pierden y tienen que despedir; esto aumenta el paro y hay menos gente que puede consumir. Entramos así en un círculo vicioso en el que cuanto peor estamos, peor estaremos. Pero la realidad es que esto nunca ocurre y no ha ocurrido en los últimos 70 años. De modo que no hay que preocuparse mucho y sí disfrutar de los precios bajos.

La realidad es que los precios han bajado porque las empresas han ajustado sus costes para poder vender tanto en España como en el exterior. Antes todo era muy caro, fruto de la burbuja, y llegó un momento en que los consumidores no compraba. El restaurante de menú a 25 euros pasó a ofrecerlo a 10 y ahora se vuelve a llenar. Desde el verano del 2014 el precio del petróleo está bajando y eso contribuye también a que los precios bajen; aunque ojo: este no ha sido el único factor, la inflación está bajando desde abril del 2014 y el petróleo ha empezado a hacerlo solo desde julio.

La consecuencia positiva es que los precios más bajos animan a comprar, como se vio en Navidad. Así más venden las empresas y más empleo pueden crear.  Son muy buenas noticias para la economía. Y también lo son para las personas, pues pueden sobrevivir con ingresos más bajos.

Por último, la inflación negativa ayudará a que el Banco Central Europeo (BCE) actúe más y facilite crédito y la recuperación económica. Como sabemos, el objetivo del BCE según sus estatutos es exclusivamente el control monetario, concretado en conseguir una tasa de inflación en torno al 2%. Por tanto, el BCE tiene las manos atadas para actuar si hay recesión económica, como ocurre actualmente en buena parte de la zona euro; solo puede actuar si la inflación es más baja o más alta del objetivo. Ahora tenemos la suerte de que gracias a la deflación, el BCE tiene la excusa para poder actuar, insuflar dinero en la economía y facilitar la recuperación.

En fin, que todo parecen buenas noticias y no conviene asustar al personal, pues la economía se basa en expectativas y si las ensombrecemos no acabaremos de salir del agujero.