12 DE diciembre del 2011

El PSC, una tribu sin sabios

JOAN BARRIL

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Recuerdo como en las postrimerías de una reciente noche preelectoral, un amigo mío se zambullía en el fondo de las últimas copas de la madrugada afirmando: «Al PSC lo va a votar su puta madre... ¡y yo!». Pensé que, con una cierta audacia, los publicistas socialistas tenían allí un magnífico eslogan electoral.

Esta semana se abre tardíamente un proceso congresual que ha dejado a los electores en la misma resignación de siempre. Se pierden votos a espuertas, pero todavía se espera la llegada de un mesías, a condición que el dichoso mesías sea de los nuestros. Pero tras dos procesos gubernamentales como fueron los de Montilla en Catalunya y el de Zapatero en España, el votante de la izquierda socialdemócrata tiene motivos para preguntarse si ellos mismos son de los suyos.

Lo sorprendente del despeñamiento del socialismo ibérico es su silencio. Las fidelidades se han convertido en más importantes que los argumentos. los antiguos compañeros son hoy meros jerarcas de la nada. Los sabios de la tribu ya no están. Ni siquiera sacando el jarrón chino de Felipe González se excita a los votantes, porque entre un jarrón chino y el microondas tramposo de la derecha la gente prefiere comer caliente. Jamás ha habido una oposición tan inane y tan inútil como la de Rajoy. Pero jamás ha habido tanta opacidad en las filas de los gobiernos socialistas. En los libros se encuentran las claves de la socialdemocracia. Cabe preguntarse, sin embargo, si los jerarcas socialistas leen libros o solo periódicos afines.

Porque a los actuales inquilinos de la calle de Nicaragua, esos que deciden quién se queda y quién se va de su exclusivo y paupérrimo cenáculo, la historia les tendrá presentes como los dilapidadores de la ilusión de centenares de miles de votos. Empieza una semana de recambio. Pero mucho me temo que, una vez más, va ser una semana de coacciones internas de la cúpula. Más de un candidato o candidata irán a predicar en el desierto. Pero jamás antes de ahora los desiertos se habían formado tan de prisa.