Análisis

Una mujer culta y generosa

BERNARDO BUENO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ayer, la mañana se nos hizo especialmente triste. Había desaparecido Cayetana, la duquesa de Alba, en su casa de las Dueñas. Se nos ha ido un símbolo, alguien que supo llegar al corazón de las gentes, que siempre tuvo presente la cercanía de las personas, que por encima de las ideologías valoraba a las personas por ellas mismas y no por el cargo que ocupaban.

Se podrá decir que lo hizo porque se lo podía permitir, pero sabemos que no es así; sabemos que su vida, sobre todo cuando fue una niña, no fue fácil, y sin embargo logró siempre encontrar el camino para hacerse cercana, querida.

Una de sus facetas más importantes, a mi juicio, fue su encuentro y colaboración con la cultura, que desarrolló a lo largo de su vida.

Creo que esa inclinación se debió, aparte de su propia decisión, a la aportaciones de su padre, Jacobo, y su segundo marido, Jesús Aguirre. Uno y otro le acercaron a un entorno cultural en el que ella se movía muy a gusto y que aprovechaba, de esta manera, para poder acercarse a la realidad cotidiana.

También fue una mujer que quiso vivir su propia vida, tomar las decisiones con plena libertad y poder opinar como ella concebía su propio caminar.

La duquesa de Alba quiso que su enorme patrimonio y sus bienes muebles fueran compartidos por el común de las gentes, acercando sus mejores cuadros a los distintos museos siempre gratuitamente, solo con la idea compartir lo que ella poseía dentro de sus palacios.

Fue una mujer culta, de modo que era una delicia establecer una conversación con ella, fuera profunda o de temas cotidianos. Siempre buscaba la mejor información para formarse su propia opinión.

Gustaba de las tradiciones pero, sin olvidar todo lo moderno, no entendía como determinados propietarios de grandes casas descuidaban lo que habían heredado de sus antepasados. La estética de la belleza de la ciudad era una de sus preocupaciones cotidianas y ejercía su influencia a través de determinadas personas para llegar al centro de las decisiones.

Cayetana fue amiga de muchas personas con independencia de las distintas ideologías, ya que solo le interesaban aquellas en función de ellas mismas y no por el cargo que ostentaban.

Además de ser generosa con su presencia en los acontecimientos culturales, no descuidaba su labor importante como mecenas y ofreció su colaboración en muchas facetas de índole social.