Un espíritu libre

Era una mujer adelantada a su época a la que le encantaba que le diseñáramos los vestidos, que siempre pedía con escote

Cayetana, en una corrida goyesca, en 1962.

Cayetana, en una corrida goyesca, en 1962.

VICTORIO & LUCCHINO

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Para nosotros, la duquesa de Alba ha sido un ejemplo a seguir por muchas cosas, pero sobre todo por su fuerza vital, por su enorme responsabilidad con su Casa, por su gran sentido del deber ser. Y por otro lado está la otra Cayetana de espíritu libre que hacía en cada momento lo que le apetecía y lo que sentía.

Como sevillanos le estamos muy agradecidos por ser una gran embajadora internacional de nuestra ciudad, por la entrega desinteresada que tenía con cualquier acto solidario o de cultura y su mecenazgo en el mundo de las artes.

También tenemos que agradecerle el apoyo que siempre ha dado a nuestra carrera profesional, subrayándolo con su asistencia a nuestros desfiles, desde el primero hasta los últimos, y por tantos momentos bonitos que hemos vivido juntos, bien fuera en su casa, bien en la nuestra.

Era una mujer adelantada a su época a la que le encantaba que le diseñáramos vestidos. Se dejaba llevar, y aunque tenía criterio nos dejaba actuar. Lo único que nos pedía siempre era escote y el color que le apetecía.

Cayetana, te echaremos mucho de menos, y en estos momentos de tanto dolor y tristeza, se nos ocurre hacerte un símil con una canción de nuestra ciudad, que para ti sería así: «Señora noble y sencilla / por eso para llamarte basta tu nombre Cayetana de Sevilla».

¡Hasta siempre, Cayetana!