tú y yo somos tres
El paraíso de la depilación
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
Es cansina, francamemte, esta pamplina de la cadena Cuatro llamada Adán y Eva. Siempre es lo mismo. Semana tras semana, chica y chico en bolas retozando por la playa, y un tercero -o tercera- que se queda sin merienda. Pocas variaciones sufre este esquema. Cada semana van pasando cuerpos aparentemente diferentes, pero el modus operandi permanece. Siempre la misma monserga. Lo que más le gusta a los productores de este paraíso terrenal de atrezzo es que la cámara se deleite enfocando la tercera criatura, la que siempre se queda apartada y sola. ¡Ah! Quieren que veamos lo desgraciada que se siente. La rabia que le entra. Los celos. Lo que sea. Esta semana fueron particularmente crueles. Al Adán de turno (Iván), un pollastre bastante zoquete que iba repitiendo «Yo lo que quiero es una chica que me pueda mantener», le dieron a escoger entre dos Evas. Una, Daniela, espectacular, tremenda, con una sensacional performance corporal..., en suma, una joven de curvas sinuosas e imponentes y de profesión gogó girl. Junto a ella, al Adán también le ofrecieron otra joven, Dijo llamarse Sara, y que era ibicenca. Una muchacha discreta, nada explosiva, y desde luego mucho menos vistosa que la otra. ¡Ahh! Como era de prever, el pollastre, deslumbrado, se echó como un loco en brazos de Daniela. Y la cámara se dedicó entonces a enfocar a Sara, sola en la orilla del mar, bastante rabiosa, diciéndose a sí misma con un punto de amargura: «¿Y yo qué hago aquí? A Iván no le aceptaría ni en facebook. No me interesa ni para una noche. Encima tendría que pagarle las copas». ¡Ah! Aunque todos estén contratados para hacer de peleles en esta comedia, la sensación que el programa proyecta es desastrosa. A parte de la soldada que les dan por quedarse en bolas, yo creo que estos jóvenes lo único que sacan en limpio es la fabulosa depilación que les someten gracias a una acreditada industria sacapelos que les hace de esponsor.
LÁGRIMAS CON 'PINGANILLO' .- Sobre el llanto de Maria Casado en Los desayunos de TVE circulan versiones nuevas. Dicen que Maria lloró no solo por el enfado de Curri Valenzuela, y sus comentarios sotto voce. Se asegura que el llanto le sobrevino cuando el director del programa, a través del pinganillo, le propinó una bronca. Una bronca porque a doña Curri no se le puede llamar nunca la atención, aunque lance mítines de más tres minutos de reloj. Rumores.
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