La rueda

Medir para ubicarse

Los conocimientos científicos o políticos son imperfectos si no se miden con exactitud

RAMON FOLCH

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William Thomson, más conocido por lord Kelvin, fue un notable físico británico. Estableció el concepto de cero absoluto (-273,15ºC) y también, con Max Planck, el segundo principio de la termodinámica. Sostenía que los conocimientos, si no pueden medirse, resultan imperfectos. Así, tener fiebre es una idea vaga hasta que no se precisa la temperatura exacta, porque no es igual estar a 37,9 que a 39,6ºC. Las diez dadas concreta menos que las 10.16, por ejemplo. El tecnocientífico mundo moderno mide sin cesar. Las interfaces. Hoy, el velocímetro dice que vas a 114 kilómetros por hora; antes, la aguja analógica te hacía saber que circulabas entre 110 y 120. Lo propio ocurre con el dial de una radio o las balanzas del supermercado. Lo malo es que se pierde información topológica (las agujas a la derecha o a la izquierda de la esfera, por ejemplo); lo bueno es que se gana precisión.

En tal contexto, ¿qué significa hablar de eficiencia energética o, más aún, de autosuficiencia? Pues significa monitorizar los sistemas, obtener datos significativos en el espacio y en el tiempo, precisar las condiciones de consumo en cada caso. Medir cualquier cosa no sirve de nada, pero midiendo bien y comparando adecuadamente sabremos si somos eficientes o no. Sin la consiguiente y consecuente actuación no vale la pena medir, pero sin medir se actúa a bulto.

En política también. Es importante saber qué piensa de verdad la población. Las elecciones o los referéndums dan la medida. Por eso son imprescindibles en democracia. Dificultarlos o impedirlos es de cavernícolas o de presumibles perdedores que intentan sobrevivir ocultando datos. Es bueno saber tantos por cientos exactos sobre universos electorales suficientemente amplios. Lo razonable es preguntar y medir. Si se es razonable, claro.