La rueda

La profesión más inútil del mundo

LLUCIA RAMIS

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Cuando la Société des Gens de Lettres (SGDL) me invitó a unas jornadas para debatir sobre la remuneración del autor, la tierra tembló. Los que nunca viviremos de lo que escribimos miramos a Francia con envidia por su tradicional respeto a las letras; no es casualidad que cuente con el mayor número de premios Nobel de Literatura, a los que se incorpora Patrick Modiano. 

Esos días en París corroboré que, aunque el problema es europeo, lo de España es de traca. El libro pierde interés ante otros medios de entretenimiento. Y como no es económicamente rentable, lo desprecian incluso quienes deberían protegerlo. A la crisis del papel añadámosle un precio excesivo de la versión digital y, en el caso español, la piratería. El resultado es que cada vez menos personas están dispuestas a pagar por leer; consideran que lo que está en internet es gratis y no cuesta nada. No lo vale. Tras evitar clausurar las jornadas de la SGDL, la ministra de Cultura, Fleur Pellerin, reconocía no haber leído a Modiano ni libro alguno en dos años. Francia deja de ser ejemplar.

Al presentar 'El leopardo', Jo Nesbo dijo que los escritores son «las criaturas más inútiles del planeta», porque solo plantean preguntas y no dan respuestas reales. Si los comparamos con médicos o científicos o trabajadores sociales, puede ser. Lo triste es que en este país se infravalora también la ciencia, la medicina y todo lo que no da dinero, y así intentan convencernos de que no merecen reconocimiento ni remuneración. Jordi Savall ha rechazado el Premio Nacional de Música en protesta por la política de Wert con una carta que recupera aquella cita de Dostoievski en la que la belleza salvará el mundo. «Pero», añade, «para ello cabe vivir con dignidad y tener acceso a la educación y la cultura». El enemigo más sólido de la corrupción es una sociedad formada.