Las elecciones presidenciales del domingo

Uruguay, un paisito muy especial

El relevo del carismático José Mujica se prevé muy ajustado entre Tabaré Vázquez y Luis Lacalle Pou

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ANTONI TRAVERIA

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La sucesión del carismático presidente de Uruguay, José Mujica, empezará a dilucidarse este domingo. Pero salvo sorpresa, la incógnita no podrá ser despejada hasta una segunda vuelta el 30 de noviembre, cuando se habrá elegido entre la continuidad de las políticas implementadas a partir de la llegada al poder de la izquierda en el 2005 o el retorno de la derecha, representada por el candidato del Partido Nacional, Luís Lacalle Pou. Sin excepción, todas las encuestas coinciden hoy en otorgar un triunfo final muy ajustado -pendiente de los indecisos- del candidato del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, quien ya fue presidente entre el 2005 y el 2010, el primero de ideología socialista en toda la historia del país.

El contagio por la profunda crisis provocada por el corralito financiero de diciembre del 2001 en la vecina Argentina y las políticas neoliberales aplicadas por los gobiernos de los partidos Nacional y Colorado a partir de 1985, con la primera de las dos presidencias de Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) fueron abriendo profundas desigualdades, debilitando sus potencialidades hasta ingresar en una especie de uci. Un alto porcentaje de uruguayos iniciaba el siglo XXI por debajo de los índices de pobreza y la emigración volvía a convertirse en un recurso para por cientos de familias.

Ruptura de tendencia en el 2004

Desde 1830 hasta el 2005, la política siempre fue cosa de dos, militares y civiles de facto aparte. El Partido Colorado ha ocupado la presidencia en no menos de 33 ocasiones, intercaladas con varios presidentes de facto -alguno de ellos también líder colorado, como Juan María Bordaberry, durante los primeros tres años de la última dictadura (1973-1976)- y algunos, cuatro, del Partido Nacional. Fue el Frente Amplio y precisamente el exalcalde intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez, quien rompió esa hegemonía en las elecciones del 2004, al lograr la mayoría absoluta en primera vuelta, evitando así el pacto entre colorados y blancos que hubiera podido evitar el triunfo de la izquierda en el balotaje como ocurrió en la elección del 2000.

Ahora, dos hijos de expresidentes adquieren protagonismo. El colorado Pedro Bordaberry, hijo de quien auspició la dictadura, lo intenta por segunda vez; sin posibilidades. El nacionalista Luis Alberto Lacalle Pou, de 41 años, hijo de Luis Alberto Lacalle de Herrera (1990-1995) podría aglutinar el voto de oposición a un nuevo ejecutivo del Frente Amplio. Aunque desde el exterior de Uruguay pueda causar asombro, las críticas más ácidas hacia el Gobierno de José Mujica proceden de sectores de izquierda que critican, por ejemplo, las facilidades para la explotación minera a una empresa de Dubái, las plantas de celulosa -motivo también de controversia con Argentina- o la reforma tributaria.

Un país avanzado en derechos civiles

A los ojos del mundo, Uruguay es hoy un país balsámico, estable, moderno, con una legislación avanzada en derechos civiles. Fue el segundo de América Latina, junto a Argentina, en autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo; y el primero que legalizó el cannabis, con la producción y su distribución bajo control del Estado. Mujica justificaba esta medida controvertida, de forma elocuente, durante la entrevista exclusiva concedida a este diario en su sencilla granja de Rincón del Cerro, publicada el 1 de diciembre del 2013: «La única adicción sana es el amor. Las otras son como una especie de plaga: el tabaco, el juego, el alcohol... Son legales, pero son puro veneno. Blanquear el consumo de 30 gramos de marihuana por persona, permite eliminar las redes clandestinas del narcotráfico con este producto. Si criminalizamos la marihuana les estamos entregando el negocio a los narcotraficantes».

Uruguay es, ciertamente, un paisito muy especial. En el conjunto de América, desde Canadá hasta Chile, obtiene el liderazgo de inclusión social por delante de Estados Unidos y de cualquier otro país latinoamericano. Una revista británica como 'The Economist' decidió distinguir a Uruguay como el país del 2013, por su «receta para la felicidad humana». A su presidente lo calificó de atípico, al considerarle un líder «admirablemente humilde» e «inesperadamente honesto» promotor de atrevidas reformas. Un pequeño país que en estos últimos cinco años se puso de moda como nunca antes por esa sencilla personalidad de un presidente que despertó la curiosidad y el interés mundial. No son pocos los que ahora saben identificar Uruguay en un mapa mudo, por esos razonamientos de un presidente distinto a cualquier otro. José Mujica, el Pepe, nunca deja a nadie indiferente. Ni a los que le detestan -por lo que dice, hace y representa- ni por supuesto a la multitud de fascinados que hubieran deseado tener un abuelo así.