Análisis

Crónica de un fracaso anunciado

Estamos ante un 'president' desautorizado que gana tiempo para buscarse una salida personal

ESPERANZA GARCÍA

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La comparecencia de ayer del president Mas pone de relieve la victoria de la democracia y el Estado de derecho sobre propuestas que pretenden romper la igualdad de derechos entre todos los ciudadanos de un país para opinar sobre el mismo. V de vergüenza, de indecoroso, C de canallada, T de timo, O de obscenidad, R de reincidente, I de impúdico, A de amoral. Los adjetivos enumerados no pretenden ser ni un caligrama ni un juego de palabras, sino la constatación de que las reflexiones que compartí con ustedes el día 7 se confirman: Artur Mas no quiere morir políticamente.

El president tenía ayer una oportunidad de lujo para pedir disculpas a todos los ciudadanos, a los que ha engañado a lo largo de estos dos años prometiendo lo que no podía dar (la consulta), reconocer el error (su único objetivo de gobierno) y asumir las responsabilidades que se derivan (dimitir). Pero no fue así. Se presentó en solitario ante los medios para responsabilizar de este sainete al Gobierno, corresponsabilizar a los partidos que apoyaban el referéndum y ofrecer un sucedáneo de votación el 9-N que alarma a cualquier demócrata. Una consulta sin cobertura legal, sin censo, sin garantías, en urnas de cartón, en locales cedidos por la Generalitat, previa exhibición de un DNI.

Alarma la calidad democrática que tenemos en Catalunya. La no asunción de responsabilidades, la confrontación permanente («el adversario político lo tenemos fuera de Catalunya y se llama Estado español») y dos años perdidos en una situación socioeconómica compleja. Nada se ha gestionado con respecto a 800.000 personas desempleadas, y la deuda pública heredada de 40.000 millones de euros ya es de 60.000.

En unas semanas sabremos si en el 2015 los catalanes podremos decidir, además de sobre nuestros ayuntamientos y nuestro país, sobre un proyecto político autonómico que mejore el saldo que ofrece el bipartito CiU-ERC. Entretanto, estamos ante un president desautorizado que gana tiempo para buscarse una salida personal, y unos socios de consulta, a lo amantes despechados, que reclaman con la boca chica elecciones anticipadas.