Quiero vivir en un país libre

ARANTXA CALVERA

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Los que me conocen personalmente saben de mi energía. Pero a veces su exceso me juega malas pasadas. Y he aquí, que el otro día en una tertulia en la que hablábamos de política me indigné porque hubo quien no respetó mi opinión diferente, intentando todo el tiempo amedrantar y menospreciar mi opinión personal. Podría parecer normal, pero no lo es. Hablábamos de la crisis sanitaria del Ébola y del 9 de noviembre. Al salir de la tertulia, de camino a casa, me di cuenta que yo quiero ser libre, y independiente a estas alturas de la vida.

Quiero vivir en un país libre de incompetencia, en el que una Ministra de Sanidad dimita por haber traído el ébola a España y a Europa, después de haber contravenido los protocolos de la OMS, aún a sabiendas que España no tiene laboratorios de bioseguridad de nivel 4, y que el hospital Carlos III de Madrid no reunía los requisitos, ni tenía el personal formado y preparado para tratar con este virus.

Quiero vivir en un país libre de frivolidades, donde un Consejero de Sanidad sea cesado fulminantemente por su indignidad tras señalar como culpable a una enfermera contagiada en "acto de servicio", debido a la incompetencia de su gobierno que no ha sabido dotar a los profesionales del sector público del material, la vestimenta y la formación que asegure que su salud no se pone en peligro en el ejercicio de su trabajo.

Quiero vivir en un país libre de complejos, donde el diferente deje de ser tratado como peor y se le pretenda homogeneizar y donde ser excluyente no dé votos. Un país que se reconozca a sí mismo tal como es: una nación de naciones, rico en diversidad, culturas, lenguas, historia y tradiciones.

Quiero vivir en un país libre del inmovilismo como actitud política, donde la Constitución deje de utilizarse como un muro de contención de la voluntad de mucha gente que quiere decidir y pueda ser reformada para dar respuesta a las nuevas demandas de la ciudadanía como blindar los servicios públicos, reformar la administración y una organización territorial que dé cabida a Catalunya tal como es.

Quiero vivir en un país libre de astucias, donde el rigor sea requisito indispensable para aquellos representantes de los ciudadanos y las ciudadanas, en especial para su presidente. La enciclopedia catalana y la RAE curiosamente tienen la misma definición para astucia: hábil, ingenioso conseguir cualquier fin, engañosamente, artificiosamente.

Quiero vivir en un país libre de farsas, donde el presidente no haga una puesta en escena dramatizada hasta el esperpento con el único fin de conseguir convencer a la ciudadanía que el 9 de noviembre podremos votar con plenas garantías democráticas, aun sabiendo desde hace días que, desgraciadamente, no será posible.

Quiero vivir en un país libre de engaños, donde se garantice que la ciudadanía es informada de manera neutral por los medios de comunicación públicos, donde se pueda ver y oír la pluralidad que representa Catalunya.

Quiero vivir en un país libre de cinismo, donde a nadie se le ocurra banalizar y empapelar las calles de los pueblos y ciudades proclamando que quiere un helado de postre cada día, cuando la realidad hoy es tan cruel y decepcionante que tenemos casos de malnutrición entre niños y niñas de nuestro país que no tienen garantizados todavía tres comidas al día.

Quiero vivir en un país libre del "tenemos prisa", que sea capaz de levantar la mirada más allá, sentarse y hablar tanto como haga falta para encontrar fórmulas y soluciones para que los catalanes y las catalanas podamos decidir el futuro de Catalunya libremente. Donde todos trabajemos para hacerlo posible.

Quiero vivir en un país libre de fanatismos de todo tipo, donde las convicciones más profundas puedan ser defendidas con firmeza, pero desde el respeto y la tolerancia. Donde nadie quiera callar a nadie.

Quiero vivir en un país normal, donde la gente quiera escuchar al otro y hablar para intentar entenderse y juntos encontrar una solución.

Es mucho lo que nos jugamos, es mucho lo que tenemos que perder, pero es más todavía lo que tenemos a ganar: nuestro futuro.