Camino del ridículo absoluto

Artur Mas no quiere morir. Esta es la conclusión a la que llegamos tras la reunión que mantuvo el president de la Generalitat con ERC, ICV y la CUP. Confiesan algunos miembros destacados de ERC que ellos comparten esta conclusión y que sienten estupor ante la falta de escrúpulos de quien intenta estos días la tarea de salvar su imagen y su carrera política. A nadie mejor que al president se le puede aplicar aquella famosa frase de Cabral: «El hombre nacer no elige, vivir no sabe y morir no quiere».

Siete horas de reunión tensa el pasado viernes, con discrepancias incluso en el seno del Govern, dieron como resultado la declaración de que el folletín finaliza con un «to be continued». El auto de suspensión por el Tribunal Constitucional del decreto de convocatoria del referéndum no frena al Govern, que sigue avanzando por el despeñadero. Ante la imposibilidad de celebrar el 9-N, la incógnita se desvelará cuando ERC formalice públicamente su negativa a concurrir en una lista única con CiU en unas previsibles elecciones anticipadas que intenten reproducir el fracaso. Mas busca evitar el segundo descalabro de CiU y asumir el liderazgo del proceso frente a ERC y la ANC, que han venido marcando los tiempos del órdago. Junqueras no está dispuesto a arrimar el hombro, ya que, dado el auge de su partido, no va a lastrarse personalmente ni a mancharse con los escándalos de corrupción de CiU. Ya saben aquello de la paja y la viga... Si eso sucede, el ridículo será absoluto. La fotografía de la antipolítica: gobernar sin solucionar problemas, creando y cebando otros.

Ayer se cumplieron 80 años de la proclamación del Estat Català por Companys desde el balcón de la Generalitat, en un pulso contra la República y su Constitución. El futuro no se lleva bien con los errores cicatrizados del pasado.